XII Domingo del Tiempo Ordinario

SECTAS Y SECTARISMO

Padre Pedrojosé Ynaraja

1.- Se habla mucho de las sectas. Se las teme, se las condena. Nadie se preocupa de los que apasionadamente se vinculan a un equipo, a un conjunto musical, o viven amarrados a un Smartphone, en continuos comunicados insulsos de Wasap. O, tal vez peor, apáticos, sin que nada estimule su interés. No defiendo ninguna secta. Si lo son de verdad, seguramente, tendré pocas noticias de ellas.

2.- También lamento que algunos se entusiasmen por ideales de corto alcance. De mediocre valor, por mucho que les resulte entretenido y se sientan felices. Se sientan, no lo sean de verdad. Jesús vino, nació, vivió con sencillez en familia y buena vecindad, salió de su casa, predicó, e hizo el bien. Se le acercaron algunos y le siguieron, no le entendían demasiado, pero les convencía su manera de vivir, sus esperanzas, su bondad. Entre ellos se fueron estableciendo lazos. Poco a poco se dieron cuenta de que eran diferentes de los demás. Jesús les habló del futuro y aceptaron las perspectivas que le proponía. Fue una nueva etapa, se iniciaba sin casi darse cuenta de que su vida iba cambiando.

3.- Algo así a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os debe haber pasado, os está pasando, u os pasará. Lo supongo porque estáis leyendo este mensaje. Instruye el Señor, propone y habla de precauciones que hay que tener. El fragmento del evangelio de la misa de hoy hace alusión a una de ellas. No hubiera tenido sentido que les hubiera hablado de ello el primer día. No hubiera sido necesario hablarles de ello, si hubieran continuado siendo exclusivamente pescadores del lago. Han llegado a una cierta madurez en las previsiones del Maestro. Ahora es la hora y no esquiva la situación. Se ha creado un cierto lenguaje que ellos solo entienden. Unas funciones que poco a poco se van distribuyendo. Uno lleva la bolsa, otros continúan pescando para poder mantenerse, otras se cuidan de labores que se atribuyen socialmente a las mujeres, otros preguntan, otros introducen…

4.- Se han convertido en un grupo un poco organizado. Además de las posibles disputas, hay que prepararse a posibles errores en el proceder conjunto. Aparecen en el devenir diario, gente que no acepta la doctrina del Señor. Gente que primero duda, después atenta, urde ataques. Se avista el peligro y temen ellos. No hay que tener miedo a los que atenten contra la vida, por preciosa que sea. Aunque la arrebaten. Lo malo fuera que pudieran dañar el alma. Dañarla quitándole a la persona sus ideales, sus proyectos, su futuro eterno. No deben tener miedo a quienes se acercan con segundas intenciones, con el deseo de aprovecharse, con el propósito de hacer el mal, ocultando lo que piensan y de lo que hablan. Entre los hombres habrá ciertos secretos, pocos, los indispensables, pero no hay que cultivar el secretismo. Lo dice el libro de Tobías: “es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios”. (12,11).

5.- Os decía que las sectas son cosa mala. Os digo ahora que muchos núcleos, aparentemente buenos, reconocidos, aceptados, se sirven de técnicas sectarias. Y eso también es cosa mala. Aunque a corto plazo da resultados. Secretos, proyectos ocultos, enseñanzas sólo para los del grupo, desconfianza respecto a los que no son de los suyos. Cualquier cosa que hacen es superior a lo que puedan hacer los demás. Muchas de estas cosas son actitudes sectarias. Fácilmente se cae en ellas.

Querer asegurarse en todo, guarecerse, es no reconocer que sólo Dios nos protege. A los ojos de Dios, mis queridos jóvenes lectores, cada uno de nosotros, por pequeño que sea, le somos precisos y preciosos. Vosotros sabéis que el tamaño de la pierna humana es grande, pero se puede vivir sin ella y hasta competir deportivamente. La hipófisis es pequeñita y está escondida bajo el cráneo, pero ejerce una gran labor en el conjunto corporal, es imprescindible.

6.- ¡Cuántas veces en la historia personal de gente importante, cuenta él, que alguien un día, casualmente, sin buscarlo, le dijo una palabra, le aconsejó un proceder o le abrió un horizonte, que después fue el motivo de que su vida cambiara! Vuestro testimonio, vuestro afán, vuestro proceder ante cualquiera, sea próximo o extranjero, creéis que estará siempre con vosotros, o se irá a otro continente, no importa su futuro, no seáis calculadores, siempre, siempre, debe cada uno de vosotros aportar algo de Dios.

“¡Ay de mi si no evangelizare!" Pobre de mí si no lo hago” (I Cor 9,16) dice San Pablo. Pensad vosotros lo mismo y ponedlo en práctica siempre. Eternamente os lo tendrá en cuenta el Padre, dice Jesús, al final de la lectura evangélica proclamada este domingo.