COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires )
Décimo cuarto durante el año, Ciclo A
Evangelio según San Mateo 11,25-30 ciclo
A
Dijo Jesús a sus Apóstoles: "Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a
los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre,
porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al
Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien
el Hijo se lo quiera revelar. "Vengan a mí todos los que están afligidos y
agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo
es suave y mi carga liviana."
EL LLAMADO ES PARA TODOS
Dios
se revela a todos, no excluye a nadie, quiere estar con todos. Ofrece su amor,
su misericordia, su ternura, su presencia, a todos. A veces los que pretenden
ser sabios e inteligentes, hacen ineficaz la presencia y revelación de Dios,
como que no lo aceptan.
El
camino de la humildad nos abre a reconocer a Dios; reconocer la bondad y la
belleza de la Creación, de la naturaleza; reconocer y respetar a los otros, que
son nuestros hermanos. Pero a veces no
hacemos esa lectura, porque reducimos la problemática al plano meramente
social, como si el que es pobre y carente ya es humilde; y no es así.
Muchas
veces la pobreza nos ayuda a ser humildes, pero se tiene que seguir haciendo un
trabajo, un proceso liberador y pascual, donde todos tenemos que morir al
pecado, a la soberbia a la indiferencia, a la burla, al rencor ¡y a tantas
otras cosas!, para que en verdad uno pueda vivir como hijo de Dios y tratarse
como hermanos. Por lo tanto, la pobreza evangélica no está reducida a la
pobreza sociológica.
Demos
gracias al Señor porque el llamado es para todos, pero todos tenemos que
escucharlo, aprender y responder, ser pacientes y humildes de corazón. Es
cierto que todos tenemos una cruz, pero con EL esa cruz es más llevadera.
Que
el Señor que nos de fuerza para que en este tiempo especial -de crisis en la sociedad, en la familia y en
la patria- el Dios de la Esperanza nos ayude a construir una verdadera nación.
Les
dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén