DOMINGO
XVII TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
HASTA
SALOMÓN PERDIÓ EL DISCERNIMIENTO
Salomón quien por su fe caía en cuenta que para gobernar
requería de un mínimo de lucidez porque el sabio era Dios; y tener la sabiduría
como don de Dios era con mucho lo mejor que podía ocurrir a cualquier humano, oraba
así: “Si tu quisiste Señor y Dios mío, que tu siervo sucediera en el trono a mi
padre David; yo no soy más que un muchacho sin saber actuar, perdido en medio
de este pueblo tuyo tan numeroso que es imposible contarlo. Por eso te pido que
me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y
distinguir entre el bien y el mal “La respuesta de Dios superó las expectativas
de Salomón por no haber pedido ni riqueza, ni larga vida, ni muerte de sus
enemigos; sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo
tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes
ni lo habrá después de ti: tanta gloria y riqueza que no hay rey que se pueda
comparar contigo” (primera lectura).
Salomón dejó enredar su reino de intrigas de todo tipo
sobre todo políticas para terminar con
sus oponentes, llegando incluso a cometer asesinatos injustos; razón para que
su sabiduría como rey no fuera tan proverbial como pensamos. Lo admirable es
que Dios le haya perdonado a Salomón, como lo hace con nosotros así no seamos
modelos de sabiduría y santidad. “Si llevas cuenta de los delitos señor quien
podrá resistir porque de ti viene el perdón y así infundes respeto”. (sal 130)
EL
REINO ESTA EN NOSOTROS.
Mateo nos propone tres lecciones de sabiduría y
discernimiento, que se requieren para un mismo fin: descubrir el Reino de Dios
escondido en el campo; o encontrar entre las perlas finas la más valiosa para
ir y vender todo lo que tiene por comprarla; o la red donde se pueden separar
los buenos o los malos peces, con sentido del final del tiempo, apocalipsis
(evangelio).
LA
PARÁBOLA DE LA EVANGELIZACIÓN.
Si entendimos todo esto, es decir, que el Reino de los
Cielos es la acción del Espíritu del Resucitado en nuestro corazón como
criterio de discernimiento entre el trigo y la cizaña, el bien y el mal;
entonces la; cuarta parábola de la evangelización, la responsabilidad del
escriba convertida en catequista laico, o religioso que, siendo creyentes, ya
han sido instruidos en las cosas del reino; se deben parecer a los catequistas
naturales que son los padres de familia quienes van sacando del tesoro de su corazón creyente experiencias
nuevas de sus tesoros de fe y de las tradiciones sabias de la fe, recibidas de
otros como don; raíces de sus actuales vivencias de la fe (cosas nuevas y cosas
antiguas). A ellos se refiere el evangelio: “A ustedes se les ha permitido
conocer los secretos de Reino de Dios” (Mt 13,1), para compartirlos como dones
con los demás, particularmente con los hijos.
“BENDITO
EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR.”
A nosotros nos ha pasado como a Salomón: Enredados a
pesar tanta sabiduría como el Señor nos ha dado y nuestros padres y maestros
nos han enseñado; como a Salomón se nos dañó el corazón; y el daño del corazón
permea todo; la paz la vuelve política, la polarización en opción ética, la
ética y la moral son relativas, los proyectos de vida son solo trajecitos; la
verdad en posteridad, la reconciliación en manos de quienes nos polarizaron, encargados
al mismo tiempo de acabar con los “egos”.
El Papa Francisco con el don de sabiduría, la experiencia
pastoral a nivel mundial y su amor para Colombia puede y quiere ayudarnos a dar
el primer paso.
Solo se requiere una cosa muy sencilla: recibirlo con
buen ánimo, escucharlo con toda atención, para que parte de su semilla lanzada
por todo el país caiga sin discriminación en un terreno favorable “Terreno
favorable” es el oído y el corazón de quienes escuchamos y vemos al Papa
Francisco pensando que su mensaje es para nosotros sin aplicárselo primero a
los demás. Cuidemos la palabra que el Papa Francisco quiere sembrar en nuestro
corazón para que no sea arrebatada por “otras palabras” con intereses
distintos, prejuicios inquisitorios, tergiversaciones o filtros personales como
terrenos inadecuados, obstáculos, para la palabra. La inversión moral como
oferta de sensatez, la equidad y la inclusión social como camino de
reconciliación; la paz como don de Dios y responsabilidad humana; y el
seguimiento a Jesucristo para el bien de los demás no dejan de ser un aporte
que minimiza todo el costo; o mejor, se explican para el bien del país. De ahí
que la visita del Santo Padre no corresponda a una cronología sino más bien a
un KAIRÓS (un tiempo oportuno como regalo de Dios a Colombia). Incluso que
tantos sufrimientos no sean obstáculo para escuchar y acoger su palabra;
precisamente el Papa Francisco viene a sanar la angustia que es lo más sensible
de lo que sufrimos.
Es imposible cambiar de comportamiento o mentalidad, sin
darnos por enterados del mensaje del Papa Francisco para llamarnos a la
conversión a nivel personal, familiar y social. Más aún: escuchar y reflexionar
sin poner en práctica lo que el Papa nos dice es inútil y ojalá no sea la
pérdida de muchos esfuerzos para preparar su venida y estadía en medio de
nosotros. El contraste de fondo no está entre quien escucha y no escucha,
aunque se emocione viendo al Papa; sino entre quien escucha y ve al Santo
Padre, pero no practica su mensaje. ESE PUEDE SER NUESTRO PRIMER PASO.