COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires )
Solemnidad de la Transfiguración del
Señor
Evangelio
según San Mateo 17,1-9 (ciclo A)
Jesús
tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte
elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como
el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les
aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús:
"Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres
carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz
que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo
puesta mi predilección: escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron
con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y,
tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". Cuando alzaron
los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte,
Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos".
¡ESCUCHÉMOSLO!
Queridos
hermanos, esta transfiguración, esta nube, esta luz, esta vestidura blanca,
esta irradiación de lo brillante, de lo bello, de lo hermoso, esta voz del
Padre, es una perfecta manifestación de la confirmación de que Dios ha enviado
a su Hijo, ha puesto su predilección y en Él ha confiado la misión de la
salvación de todos los hombres.
Esta
manifestación de Cristo nos muestra su Gloria, una gloria simbolizada en la
luz. Ciertamente, al revelarnos su gloria, Cristo prepara a sus discípulos para
sostener el escándalo de la cruz y el anticipo -en la transfiguración- del
destino maravilloso de la Iglesia, su Cuerpo Místico; la estrella luminosa de
la mañana.
Es
hermoso darnos cuenta que Cristo está como apoyado, sostenido, por el Antiguo
Testamento, por Moisés y Elías; donde ellos también condujeron al pueblo de
Israel. Cristo, el Mesías, es quien conduce definitivamente y trae la salvación
a todos los hombres, a todos los pueblos, a toda la Iglesia. Dios nos dice, en
el Hijo, que debemos escuchar a Cristo; y este escuchar es obedecer al Padre y
obedeciendo al Padre tenemos que caminar en la fe.
Observemos:
gloria, transfiguración, luz, cruz, escándalo de la cruz, es la confirmación
para que el discípulo arriesgue su propia vida por el Maestro. ¡Escuchémoslo!
Tenemos que seguirlo a Él, porque Él da cumplimiento a la Historia de la
Salvación.
El
Papa Francisco nos dice que la Transfiguración es una subida a la montaña, al
encuentro y, en el descenso, es esa fuerza de Dios que debe irradiarse a todos
los demás. Hagamos este itinerario, este camino: subir para encontrarnos y,
habiendo sido encontrados por Él, démoslo a conocer a nuestros hermanos.
Les
dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén