DOMINGO XIX  (A)   (Mt. 14, 22-33)

Jesús nos invita hoy a confiar siempre en Él, a pesar de las “borrascas”

 

-  El Evangelio no es sólo un libro histórico que relata acontecimientos ocurridos durante la vida del Señor. Si sólo fuera eso, llegaría a aburrirnos escuchar siempre y leer repetidamente las mismas cosas.

-  Pero, afortunadamente, no es así. El Evangelio es un libro “vivo”. Estamos ante la Palabra de Dios siempre vieja y siempre nueva y actual.

-  Lógicamente, para que esa Palabra de Dios, siempre vieja, se actualice en cada uno de nosotros, necesitamos leerla o escucharla con especiales disposiciones de Fe.

 

-  Uno de los objetivos del Sacerdote en la Homilía debe ser, disponernos a esa escucha viva y actual de la Palabra de Dios. Tratar de poner al alcance de los fieles esa actualidad del mensaje que siempre entraña la escena evangélica o las palabras de Cristo.

Y, ¿cual es el mensaje fundamental que nos quiere transmitir hoy el Señor a través de aquella “sacudida de las olas” que nos relata el Evangelio?

  Pues mirad: Jesús, sirviéndose de aquella borrasca y su poderosa intervención, nos está invitando a una actitud de confianza ilimitada en El, ante esas actuales “borrascas” en las que pudiéramos vernos sumergidos:

         ¡Que pase lo que pase en nuestra vida, nuestra confianza debe estar siempre anclada en su Providencia Divina!

 

-  La experiencia nos dice que, la confianza del hombre suele estar más anclada en lo inmediato, en lo tangible, que en Dios. El hombre se siente seguro si cuenta con muchos medios humanos. Si estos les fallan, (¡y de hecho nos pueden fallar!), ya estamos protagonizando la escena de Pedro.

- El Señor quiere que, en todos los asuntos de nuestra vida diaria, pongamos todos los medios humanos, ¡como si sólo de ellos dependieran los resultados! Pero al mismo tiempo, estemos convencidos y tengamos la plena confianza de que, la “última palabra” de los resultados están siempre en sus manos y los puede determinar nuestra confianza en su Providencia.

-  Pedro anduvo firme sobre las aguas, mientras confió en la palabra y en el mandato de Jesús.

-  Y, empieza a hundirse cuando, más impresionado por la tempestad que por el mandato de Jesús, duda y se apea de la confianza en El.

                                                                                        Guillermo Soto