COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar
Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Vigésimo durante el año, Ciclo A
Evangelio según San Mateo 15,21-28
(ciclo A)
Jesús partió de Genesaret y se retiró
al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa
región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi
hija está terriblemente atormentada por un demonio". Pero él no le respondió
nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque
nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado
solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a
postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo:
"No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros
comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le
dijo: Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese
momento su hija quedó curada.
HUMILDAD Y CONFIANZA
La palabra de
Dios, la palabra de Jesús, cuando la leemos, la escuchamos y la dejamos entrar
en nuestro corazón, nos crea a veces una cierta incertidumbre, una cierta
conmoción. En este caso vemos a Jesús
que pasa por un pueblo pagano y encuentra una cananea --los cananeos, eran un
pueblo que no tenían nada que ver con los judíos de aquel entonces, eran
extranjeros y los judíos, por su raza, por su religión creyentes en Dios, en
Yahvé, eran el pueblo elegido y los otros
-los no elegidos- eran los extranjeros y los paganos--; entre estos
pueblos había una cierta confrontación. La mujer escucha aquellas palabras que
suenan duras; sin embargo ella, en lugar de responder con agresividad, con
resentimiento o con orgullo, responde con humildad. “sí, tienes razón pero
‘también los cachorros comen las migas de las mesas de sus señores’” Responde
con humildad.
En la vida,
nos encontramos con muchas respuestas similares. Los de “adentro” a veces nos
apropiamos y casi pretendemos, tontamente, tener el monopolio de Dios; sin
embargo, a veces, los que están materialmente “afuera” son más respetuosos, más
atentos a las cosas sagradas de Dios.
Esto no
significa que hay que estar “afuera” para poder entender lo de “adentro”; lo
que sí es importante, estando donde uno esté, tener esa capacidad de humildad,
de confianza, donde uno le suplica, le pide y espera de Dios todo lo que Dios
nos quiera dar. Por eso la Iglesia, Pueblo de Dios, es católica. Católico
quiere decir universal. La salvación de Dios viene a todos, por todos y para
todos. No importa la raza, ni la condición social, ni el lugar, ni la
procedencia, ni las religiones desde donde vendrían, porque el mensaje de Cristo
es católico, es decir universal.
Pidamos al
Señor tener confianza, humildad, pobreza, para poder secundar lo que le pedimos
a Él y recibir lo que Dios nos da. ¡Eso es importante! Además, saber que el
discípulo, el que quiere seguir a Cristo, tiene que salir y buscar a los que
están cerca, a los que están lejos, a los periféricos, a los marginados, a los
pobres, a los sufrientes...es decir a todos. La Iglesia tiene que estar donde
está el hombre y nosotros tenemos que estar, como Iglesia, donde están los
hombres.
Pidamos al
Señor que nuestra relación con Él, nos ayude a tomar conciencia de nuestra
misión aquí, ahora y en cada lugar donde estemos, nos movamos, nos
desarrollemos y nos vinculamos.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén