TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXII A
(3-septiembre-2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Una
respuesta radical sobre el significado de la fe
ü Lecturas:
o Profeta
Jeremías 20, 7-9
o Carta
de san Pablo a los Romanos 12, 1-2
o Mateo
16, 21-27
ü Después
de escuchar las lecturas de este domingo, es inevitable que nos preguntemos qué
significa para nosotros seguir a Jesús. ¿Existe alguna diferencia entre el seguimiento
de Jesús y la admiración que sentimos hacia personajes que muestran rasgos
especiales que los diferencian de los demás? La fe con la que acogemos la
persona y el mensaje de Jesús no se puede equiparar con la admiración que
suscita el profesor sabio que nos transmite sus conocimientos y nos descubre horizontes
insospechados de ciencia. Cuando llamamos Maestro a Jesús, estamos afirmando
valores muy hondos. Seguir a Jesús es diferente del entusiasmo que producen
líderes políticos que hacen una propuesta inspiradora, como lo hizo Martin Luther
King en su lucha contra la discriminación racial, o Luis Carlos Galán con su valiente
denuncia de los carteles de la droga, que tenían de rodillas a la institucionalidad
colombiana. Seguir a Jesús significa acoger su mensaje del Reino y dejar que nuestras
vidas se rijan por el mandamiento del amor.
ü En
la primera lectura, el profeta Jeremías expresa lo que significó para él la
experiencia de Dios: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte
que yo y me venciste”. Con estas palabras, el profeta quiere comunicarnos la profundidad
de esta experiencia, que cambió el rumbo de su vida. No fue un interés
intelectual ni una emoción pasajera. Fue el comienzo de una nueva vida al
servicio de la palabra de salvación.
ü De
la misma manera que esta experiencia religiosa de Jeremías significó un nuevo
comienzo, el bautismo significa para nosotros una nueva creación. Participar
del misterio pascual de Cristo genera unas transformaciones que no se pueden
reducir a la asistencia a la misa dominical. El seguimiento de Jesús debe dejar
una huella inconfundible en todas las actividades que realicemos como miembros
de una familia, como profesionales, en los negocios, en la convivencia social y
en nuestros deberes ciudadanos.
ü El
profeta Jeremías expresa con fuerza la intensidad de esta experiencia de Dios
en su vida: “Había en mí como fuego ardiente, encerrado en mis huesos; yo me
esforzaba por contenerlo y no podía”. Este fuego incontenible de la fe se
propaga a través del testimonio; pensemos, por ejemplo, en la influencia que
tiene un hogar cristiano que comparte con otras familias el gozo de ser iglesia
doméstica.
ü Seguir
a Jesús implica apropiarse de sus criterios y obrar como Él lo hizo. Esta identificación
con los valores proclamados en el Sermón de las Bienaventuranzas es acogida por
el apóstol Pablo, que exhorta a los cristianos de Roma: “No se dejen
transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de
pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad
de Dios”.
ü Esta
exhortación de san Pablo enfrenta serios obstáculos pues el medio cultural que
nos rodea propaga mensajes muy diferentes. La ruta propuesta por la sociedad de
consumo nos conduce a un modo de vida centrado en el confort y la cultura del
descarte, donde la persona vale por lo que tiene y no por lo que es. Lo más
fácil es dejarnos arrastrar por esa corriente materialista. Por eso san Pablo
nos sacude para despertarnos del sopor que se ha apoderado de nosotros: “No se
dejen transformar por los criterios de este mundo”.
ü En
la escena evangélica que nos relata Mateo, Jesús reprende con duras palabras a
Pedro, quien ha pretendido disuadir a Jesús de su viaje a Jerusalén, donde le
espera la conspiración de los líderes religiosos de Israel. Las palabras de
Jesús son muy severas: “¡Apártate de mí, ¡Satanás, y no intentes hacerme
tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de
los hombres”!
ü Es
muy interesante subrayar esta coincidencia entre las palabras de Jesús a Pedro
y la exhortación de Pablo a los cristianos de Roma. La fe es un compromiso
total que exige cambiar la manera de juzgar los acontecimientos. No podemos
seguir pensando desde la lógica de las conveniencias humanas.
ü Después
de hacer esta fuerte reprimenda a Pedro, Jesús continúa su catequesis a los
discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su
cruz y me siga”.
ü El
camino de la fe no conduce al bienestar ni es fuente de poder ni de reconocimiento
social. Esto queda muy claro en el testimonio del profeta Jeremías y en las
enseñanzas de Jesús:
o Jeremías
nos cuenta que tuvo que pagar un alto precio por proclamar el mensaje de Dios a
su pueblo: “Por anunciar la palabra del Señor, me he convertido en objeto de
oprobio y de burla todo el día”. La misión del profeta no es halagar los oídos
de su público, sino poner en evidencia las incoherencias entre la fe que se
profesa con los labios y la forma como se vive.
o Jesús
explica a sus discípulos la lógica diferente del Reino: “El que quiera salvar
su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”.
ü Al
comienzo de esta meditación dominical, identificamos una pregunta después de
escuchar las lecturas: ¿qué significa para nosotros seguir a Jesús? El
testimonio del profeta Jeremías y la reprensión de Jesús a Pedro nos ofrecen
una respuesta muy clara sobre la fe, no como conjunto de doctrinas y normas
morales, sino como un compromiso radical de vida.