COMPARTIENDO EL
EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor
Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de
Capital y Gran Buenos Aires
Vigésimo
segundo durante el año, Ciclo A
Evangelio
según San Mateo 16,21-27 (ciclo A)
Jesús comenzó a anunciar a sus
discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos,
de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y
resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo,
diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él,
dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú
eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los
de los hombres". Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a
causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero
si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el
Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
ENTENDERLO, RECIBIRLO,
IMITARLO
El
misterio al que esta lectura nos enfrenta es con el misterio más inédito, más
original, más crucial y que nuestra capacidad intelectual, o nuestro
raciocinio, no lo alcanza a entender. No sólo que no lo entiende sino que a
veces no lo vive: Jesús sabe a lo que va; sabe que es el Mesías y va a
Jerusalén a cumplir la voluntad del Padre; a hacer ese sacrificio donde nadie
le quitará la vida, sino que Él libremente la entregará. Va a Jerusalén donde
sufrirá mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los
escribas; que debía ser condenado a muerte, morir y resucitar al tercer día.
Pedro,
el más cercano, -que había confesado, que había creído en Él, “que ni la sangre
ni la carne sino el espíritu” le hace confesar “Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios”-, ahora juzga mal y se deja llevar por la impronta de las emociones
diciéndole que eso no le va a pasar a Jesús, porque él lo va a defender. Es
allí que liga un reto de Jesús: “apártate de mi Satanás, porque eres un
obstáculo y tus pensamientos no son los de Dios sino de los hombres” Esa visión
de Pedro, tan cercano, tan comprometido, tan amigo, incluso a él le cuesta
entender el sacrificio mesiánico: la entrega de Jesucristo.
Muchas
veces nosotros, los seguidores de Jesús, los discípulos, también miramos
parcialmente desde un punto de vista meramente humano, sociológico, político,
pero que de alguna manera retacean la fuerza del Evangelio porque nuestros
criterios no siempre son los de Dios.
Pidamos
al Señor tener humildad para dejarnos enseñar. También tener audacia para
seguirlo hasta donde Él nos lo permita. El que quiera seguirlo, tendrá que
saber renunciar, cargar su cruz y seguirlo nomás.
Pidamos
la unidad en el ser, la unidad en nuestro criterio y la unidad de fe en nuestra
vida. Nunca dividamos a Cristo. Cristo es el Hijo de Dios y vino a cumplir una
misión, que lo podamos entender, que lo podamos recibir y que lo podamos
imitar.
Les
dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén