Deuda
impagable
Un
psicólogo contemporáneo dice: “El que ama no se enferma”. Precisamente estamos
enfermos porque no amamos. Y es una enfermedad cruel. Lo contrario del amor no
es el odio, sino la indiferencia. ¡Eh ahí nuestra enfermedad: La indiferencia!
Otro autor bien cercano a nuestra realidad lo explica así: “No, no es verdad
que los hombres se odien; la verdad es que los hombres nos des-importamos los
unos a los otros aterradoramente”.
Pablo
nos dice que la única deuda que tenemos con los demás es el amor. Y es una
deuda impagable. Es una deuda que jamás se satisface para siempre. Las deudas
por contratos, dineros, inmuebles etc., podemos cancelarlas en su totalidad.
Otra cosa es la deuda del amor. Siempre estás endeudado con tu prójimo. Cada
mañana comienzas a saldarla, pero a la noche te encuentras que sigues como
deudor moroso. Y en la tarde de tu vida te tomarán cuentas de esta deuda.
Hablamos
de las grandes deudas del Tercer Mundo con sus acreedores del Primero. Deudas
que en su conjunto resultan literalmente impagables. Son deudas que matan,
destruyen, acribillan, no tanto personas, sino pueblos, continentes quitándoles
la esperanza, dejándolos sin futuro. Se olvidan las naciones ricas que ellas
también tienen deudas con sus víctimas. Son naciones enfermas de indiferencia. Nosotros,
los pobres, podemos curarlas enseñándoles la solidaridad, el amor y la alegría
de vivir.
¡Grita
centinela! ¡Grita! Cualquier lugar del mundo puede servir de atalaya, monte,
cumbre, escenario para gritarle al mundo su des-amor, su ‘des-importancia’, su
indiferencia. Las deudas del amor hay que pagarlas. No se aceptan las mínimas
cuotas del egoísmo. Aquello que medimos a cuenta-gotas con tal de que no se
afecten nuestros intereses. El amor lo es todo o ya no es amor. Es la vida misma por los demás a ejemplo de Jesucristo.
Cochabamba 10.09.17
jesús
e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com