COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Vigésimo
quinto durante el año, Ciclo A
Evangelio
según San Mateo 20,1-16a (ciclo A)
Jesús dijo a sus discípulos
“muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los
primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió
muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos
un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al
ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña
y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a
media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando
todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer
nada?'. Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo:
'Vayan también ustedes a mi viña'. Al terminar el día, el propietario llamó a
su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando
por los últimos y terminando por los primeros'. Fueron entonces los que habían
llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los
primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un
denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos
últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros,
que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. El
propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no
habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este
que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes
como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán
los primeros y los primeros serán los últimos».
REVOLUCION
Este Evangelio es una revolución, una cosa inédita,
aparentemente escandalosa, donde Dios nos muestra que viene para todos. Para
los primeros y para los últimos, para los últimos y para los primeros. Viene
para los buenos y viene para los malos, como el sol que sale para todos, como
la lluvia que también moja a todos.
Dios nos muestra aquí su infinita misericordia y su
infinita bondad; cómo es siempre insólito, inesperado. Es justo porque le dio a
cada uno lo convenido, pero tuvo más misericordia con los últimos, ¿fue más
bueno?, ¡no! Fue bueno con todos.
Lo que pasa es que nosotros, a veces, queremos
aprisionar a Dios a nuestros criterios y no nos damos cuenta que su manera de
obrar ¡rompe nuestra imaginación!, ¡abre nuestros límites!, ¡ensancha nuestro
corazón!, ¡ilumina nuestra inteligencia! A Dios nunca se lo puede capturar y
mucho menos monopolizar; porque algunos quieren que sea de Pedro, otros de
Juan, otros de otro, etc. Dios es Dios de todos, tenemos que entenderlo y
entender el Evangelio si queremos vivir el Evangelio.
Recordemos que Dios viene para todos y que cada uno
-en su momento, en su tiempo- tiene que responder. Los de la primera hora
fueron llamados y tienen que responder. Los de la última hora son llamados y
también tienen que responder. No miremos a los otros. Hagamos lo que Dios nos muestra
en el momento presente y vivir en la presencia de Dios. Que tengamos un corazón
universal o, por lo menos, que nos vayamos acercando a él.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén