«LA MISIÓN EN EL CORAZÓN DE LA FE CRISTIANA II»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de
Posadas,
para el 28° domingo durante el año
[15 de octubre de 2017]
En
este domingo celebramos con alegría el día de la madre. Recordamos con gratitud
y afecto a todas las madres, especialmente a nuestras madres, aquellas que
están con nosotros y aquellas que ya han ido al cielo y las confiamos a María,
la madre de Jesús. En la exhortación «Amoris
Laetitia» el Papa Francisco nos recordaba que «las madres son el antídoto
más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta. Son ellas quienes
testimonian la belleza de la vida. Sin duda, una sociedad sin madres sería una
sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los
peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten
a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las
primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño».
(AL 174)
Continuamos
este domingo con el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial que este
año lleva por lema «La Misión en el corazón de la fe cristiana».
«La
misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad de éxodo continuo. Se
trata de salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio. La misión de la Iglesia estimula
una actitud de continua peregrinación a través de los diversos desiertos de la
vida, a través de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de
justicia. La misión de la Iglesia propone una experiencia de continuo exilio,
para hacer sentir al hombre, sediento de infinito, su condición de exiliado en
camino hacia la patria final, entre el “ya” y el “todavía no” del Reino de los
Cielos.
La
misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma, sino que es un
humilde instrumento y mediación del Reino. Una Iglesia autorreferencial, que se
complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de Cristo, no es su cuerpo
crucificado y glorioso. Es por eso que debemos preferir una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.
Los
jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de Jesús y la Buena Nueva
proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en
los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la
humanidad. «Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo
y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado [...]. ¡Qué bueno
es que los jóvenes sean “callejeros de la fe”, felices de llevar a Jesucristo a
cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra! La próxima Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el año 2018
sobre el tema “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, se presenta
como una oportunidad providencial para involucrar a los jóvenes en la
responsabilidad misionera, que necesita de su rica imaginación y creatividad.
Las
Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso para suscitar en cada
comunidad cristiana el deseo de salir de sus propias fronteras y sus
seguridades, y remar mar adentro para anunciar el Evangelio a todos. A través
de una profunda espiritualidad misionera, que hay que vivir a diario, de un
compromiso constante de formación y animación misionera, muchachos, jóvenes,
adultos, familias, sacerdotes, religiosos y obispos se involucran para que
crezca en cada uno un corazón misionero. La Jornada Mundial de las Misiones,
promovida por la Obra de la Propagación de la Fe, es una ocasión favorable para
que el corazón misionero de las comunidades cristianas participe, a través de
la oración, del testimonio de vida y de la comunión de bienes, en la respuesta
a las graves y vastas necesidades de la evangelización.
Queridos
hermanos y hermanas, hagamos misión inspirándonos en María, Madre de la
evangelización. Ella, movida por el Espíritu, recibió la Palabra de vida en lo
más profundo de su fe humilde. Que la Virgen nos ayude a decir nuestro “sí” en
la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en nuestro tiempo; que nos
obtenga un nuevo celo de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la
vida que vence a la muerte; que interceda por nosotros para que podamos
adquirir la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el
don de la salvación».
Les
envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo.
Mons. Juan Rubén Martínez,
obispo de Posadas