LOS SANTOS DIFUNTOS
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Fiesta de
los santos difuntos, que santos vivos hay muchos, gracias a Dios, pero hoy no
los celebramos. Muchos santos difuntos recuerda y festeja la Santa Madre
Iglesia este día, principalmente aquellos que recoge el “archivo oficial” del
que he escrito estos días, es decir el “Martirologio Romano”. Que no es
exclusivamente romano, ni únicamente catálogo de mártires. Cada mañana me
maravillo al leer el texto correspondiente al día que empieza, de los records
Guinness espirituales y de los detalles de las marcas que consiguieron. Varones
y mujeres, niños, jóvenes, maduros, ancianos y “ancianísimos” (uno de hoy decía
que murió a los 116 años).
2.- Cuando
uno se desplaza por las poblaciones de la vieja Europa, sintiéndose peregrino,
viajero cristiano, o simple turista interesado por el legado cultural que han
dejado anteriores generaciones, no puede ignorar los edificios religiosos.
Maravillosas catedrales o simples parroquias rurales. En muchas de ellas suele
contemplar, sea en sus pórticos o en la decoración de sus ábsides, en forma de
conjuntos escultóricos, o en decoraciones de sus muros con pintura al fresco,
la escena que nos ofrece la primera lectura de la misa de hoy. Recordarla y
tratar de hacer coincidir la descripción escrita con las figuras que está
viendo, es una tarea muy interesante y provechosa, si uno dispone de tiempo
para hacerlo. Si la descripción que nos ofrece el texto del Apocalipsis es
larga y meticulosa, la representación plástica es siempre inmensa.
3.- Uno
contempla figuras y más figuras, con bastante frecuencia desnudas. ¿Y por qué?
Mis queridos jóvenes lectores, es una oportuna pregunta que nos hacemos, al
reconocer que no se pretende satisfacción erótica alguna. Están ellos como lo
que son: santos, únicamente. Ni propietarios de inmuebles, ni adornados de
diplomas, ni con reconocidos títulos nobiliarios, deportivos o académicos.
Están allí desnudos, revestidos de su santidad, que no es ninguna posesión
material, ni técnica. Pero realidad perenne, eterna.
4.- La
primera pregunta que es preciso nos hagamos es ¿si en este momento yo ahora
atravesara la barrera del espacio/tiempo, encontraría a faltar las cosas que
tanto ambiciono aquí y ahora? ¿De qué santidad invisible me sentiría revestido?
¿Entre la
muchedumbre que dice el texto que están alrededor del trono, hay un sitio
reservado para mí?
¿Dónde se
puede adquirir la entrada? ¿Qué requisitos se necesitan para conseguir el
tique? ¿Hay que presentar algún certificado?
5.- Vosotros
mismos, mis queridos jóvenes lectores, podéis, reflexionando, contestaros a
vosotros mismos. Sed radicalmente sinceros. No os de vergüenza, mientras os
sometéis a este examen, sólo Dios os observa. Y si no sabéis hacerlo, leer
detenidamente el evangelio de la misma misa de hoy. ¿Apreciáis los valores que
enuncia el Maestro u os gustan y ambicionáis otras cosas?
¿Qué os
gustaría más, tener un Ferrari, o saber que a los ojos de Dios sois
considerados santos? ¿Qué ambicionáis más, estar en un podio, una pasarela,
caminar por la alfombra roja, o sentir el abrazo del Señor, que os acoge
complacido?
(Os advierto
que las representaciones plásticas de las que os he hablado, mis queridos
jóvenes lectores, son más prolíficas. Paralelamente a la comunidad de los
santos, en el otro lado de la Figura central, se observa el grupo de los
condenados. Estos sí que van vestidos y revestidos con insignias y uniformes
que fueron de categoría en su existencia temporal. Sonreímos a veces al darnos
cuenta de la ironía que puso el artista, al condenar a gentes por las que no siente
simpatía o le causan enojo. ¿Os veis futuramente entre ellos? )
(Mientras
leéis esta homilía-mensaje no podréis ver las composiciones de las que os he
hablado, pero podéis acudir a libros, que hoy en día hay muchos y buenos, de
páginas de excelentes fotografías, o acudir al mismo google, que también, ya lo
sabéis es un gran hangar de imágenes).