DOMINGO
XXXI TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
PEDAGOGÍA
PARA SER HUMANOS
Malaquías se refería así a
los sacerdotes, luego de reprocharles ciertas actitudes menos pastorales: “Se
han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley, han anulado la
alianza que hice con las tribus; no han seguido el camino y han aplicado la ley
con parcialidad. Si no escuchan y no se proponen de corazón a dar gloria al
Señor; yo mandaré para ustedes la maldición” (primera lectura
AUTORIDAD
Y TERNURA
En el Nuevo testamento la dulzura,
como virtud de los fuertes, es una recomendación a los que tienen autoridad:
“Hermanos cuando estuvimos entre ustedes, los tratamos con la misma ternura con
la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños. Así hemos querido
entregarles el evangelio y nuestra propia vida” En la carta a los Corintios
dirá: “Anunciar la buena noticia no es para mí un motivo de orgullo, sino
obligación que me incumbe ¡Ay de mí si no lo anuncio!” (Cor
8,16). “Ustedes se acuerdan de nuestros esfuerzos y fatigas, trabajando día y
noche, a fin de no ser una carga para nadie, les hemos predicado el evangelio
de Dios”. La palabra cuando se cumple es “palabra Dios”. La misión de los
predicadores es decir palabras de fe; teniendo en cuenta que la fe es un don de
Dios que sigue actuando en ustedes los creyentes (segunda lectura).
El apóstol es quien conduce
los creyentes a la escucha de la Palabra, a la obediencia de la fe (Escucha).
Este puede ser, por la predicación, el punto de partida de una vida con
sentido, cuyo ejemplo a imitar es Pablo.
ACTITUDES
HUMANAS Y CRISTIANAS.
Distinta es la actitud de
los escribas y fariseos (o cualquier otro tipo de autoridad) cuando se sientan
a predicar o enseñar: “Dicen una cosa y hacen otra; echan sobre las espaldas de
los hombres cargas muy pesadas; pero ellos ni el dedo las quieren mover”. Decir
y no hacer significa la autoridad como dominio y no como servicio; el gusto de
mandar y el desgano de servir. A la autoridad todo lo que se le confía como
responsabilidad es para transformarlo en servicio a los demás. Todo lo hacen
para que los vea la gente: ensanchar las filacterias y las franjas del manto;
ocupar primeros puestos y buscar que los saluden; hacen del aparecer un ídolo.
Lo más grave del “aparecer” son sus intereses internos; ¿cómo darle más
importancia al predicador que al evangelio? No es la elegancia en vestir o la
moda lo que está en juego sino los valores humanos o cristianos que “el
aparecer” arruina. (Estos son ejemplos para que la comunidad en discernimiento
descubra otros y puedan ser más personales). Este evangelio es de máxima
importancia para la comunidad si se tiene en cuenta que lo más difícil de
evangelizar en la iglesia es “la autoridad, el aparentar y sus costos, el
dinero” ninguno de los anteriores riesgos pueden constituirse para la
comunidad, en Maestro, Padre (Abbá) o Guía. La
fraternidad, la paternidad del Padre, Dios y la guía de Jesucristo; todo para
el servicio al prójimo nos podrá rescata de los riesgos que nos advierten
Malaquías, Pablo, y Jesús en el evangelio. “Que el mayor entre ustedes sea su
servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que sirve será
enaltecido.”
La fuerza de la humildad,
ser humus, tierra; nos indica el objetivo de la liturgia de hoy; ser
humanos.