31ª semana del tiempo ordinario. Miércoles: Lc 14, 25-33 (Dom
Varias veces decimos que el
cristianismo no se basa en fórmulas o actos externos, sino que es sobre todo
una vida. Esta vida Jesús nos la presenta como opuesta a la mentalidad mundana
que busca estar por encima de los demás, tener prestigio y tener placeres. Es
opuesta en mentalidad para conseguir la misma finalidad que es igual para
todos, ya que todos deseamos la felicidad, verdadera o ficticia. Hoy
consideramos palabras de Jesús que nos hablan de aceptar el dolor, de seguirle
con la cruz, de preferirle a nuestros familiares; pero no es porque no quiera
nuestra felicidad, porque para eso nos ha creado, ya que El es Padre y desea lo
mejor para nosotros.
Hoy nos enseña el camino
real en las circunstancias que vivimos, en que nos encontramos continuamente
con cruces, unos más y otros menos, ya que vivimos rodeados por pecados y
maldades. Jesús es el camino, el ejemplo a seguir para poder conseguir la
verdadera felicidad. El es Dios, que nos ama inmensamente más que nuestros
familiares. Corresponder a su amor será nuestra felicidad y será el camino
cierto de nuestra salvación. Por eso hoy nos dice que si queremos ser sus
discípulos debemos amarle más que al padre, a la madre, la esposa, hijos y
hasta la propia vida.
Quiero hacer una aclaración
sobre algunas traducciones de esta frase anterior. En algunas biblias, que
traducen más al pie de la letra, y que a veces se lee en
Pero hay que preferir a
Jesús, sus criterios, su manera de pensar, sus enseñanzas que
deben ser criterios de nuestra vida, por encima de lo que nos puedan decir
familiares o amigos. Y si no le seguimos, no tenemos derecho a llamarnos
cristianos. Por eso debemos reflexionar sobre estos mensajes de Jesús. Hoy nos
dice dos comparaciones, la del que va a hacer una casa y debe calcular los
medios que tiene, e igualmente quien va a ir a una batalla. Por eso son tan
buenos los ejercicios espirituales: el poderse retirar unos días a solas o en
grupos a meditar, en oración bajo la guía del Espíritu Santo, sobre nuestra
vida y las exigencias de Jesús. Si no podemos por varios días, al menos estos
momentos y tantos en que podamos, lo vivamos con seriedad calculando las
ganancias y pérdidas de una entrega mayor a la vida de la gracia. San Ignacio
en sus ejercicios era maestro en enseñar, con papel en la mano, a calcular e ir
anotando los pros y los contra de situaciones en
nuestra vida: si estamos en la parte de Dios o estamos en la parte del diablo,
que sería en la parte mundana.
Jesús nos habla de tomar la
cruz y seguir en pos de El. Todos tenemos cruces, dolores, sufrimientos. Pero
debemos descubrir el valor cristiano de la cruz. A Jesús le costaba el dolor;
pero lo asumió convirtiendo el dolor en instrumento de salvación. Así todas
nuestras enfermedades y sufrimientos, al mismo tiempo que luchamos contra
ellos, los podemos convertir en fecundidad de vida y de alegría interior.
Cargar con la cruz siguiendo a Jesús es saber afrontar con paz el rechazo de
muchos. Es sobre todo, hoy nos lo dice, estar dispuestos a estar desprendidos
de muchas cosas, hasta del afecto familiar, por seguir el mensaje de Jesús para
nosotros y para dedicarnos más al apostolado. Para caminar deprisa en el camino
de Dios, necesitamos ir con poca carga del mundo, que es sobre todo el apego
desordenado a las posesiones y hasta a la propia familia. Todo para conseguir
nuestra felicidad y la de otros.