DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO -  CICLO A 

 

DISCERNIR HOY Y DISFRUTAR DESPUÉS

 

OTRO PUNTO DE VISTA

 

La mayor parte de nuestros abuelos y algunos de nuestros padres y parientes vivían en medio de fuerzas naturales imposibles de superar o de cambiar. Ellos mineros o agricultores más cercanos al campo que a la ciudad; eran muy dependientes del ciclo lunar: creciente, cuarto menguante, menguante y luna llena, hasta el punto de esclavizarse en su labor de siembra y producción. Hoy, el hombre consumidor es un esclavo perdido del ciclo de producción, venta y compra, gasto y ganancia, con una mentalidad ambiciosa de dinero para poder comprar; pero al mismo tiempo con propuestas de mayores dimensiones y mejores logros; que requieren de un discernimiento para un cambio de vida. El problema está en que el discernimiento se recibe como DON de Dios, en su palabra; cuando nosotros estamos acostumbrados a comprar y a valorar las cosas por su costo. Es posible; como DON mirar las cosas desde otro punto de vista; y a esto se le llama conversión, que también es un Don.

 

LA MUERTE: PROBLEMA SUPERADO.

 

La mayor parte de la gente que se siente abatida por la muerte es porque no tiene esperanza o porque su futuro está enredado en muchas cosas pasajeras. Los creyentes tienen puesta su esperanza en un acontecimiento creíble por verdadero: la muerte y la resurrección de Jesús. “Si Cristo no resucitó vana seria nuestra fe” (1Cor15,14). “Pues, si creemos que Jesucristo murió y resucitado, igual manera debemos creer que, a los que murieron con Jesús, Dios los llevará con El…. así los que quedemos vivos, cuando venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron… seremos arrebatados juntamente con ellos para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con El” (segunda lectura).

 

Después de lo que dice Pablo, podríamos preguntarnos y ¿ahora qué?

 

JESÚS RESPONDE EN MATEO

 

Responde Jesús en el evangelio de Mateo: El Reino de los cielos es semejante a: unas doncellas calificadas unas como necias y otras como prudentes; que preparan el arribo del esposo cuando éste llegue para iniciar la fiesta de bodas. Todas esperaban a oscuras al esposo y se durmieron.

 

Las diferencias comienzan cuando unas tienen reserva de aceite para un tiempo limitado y otras no. Si el esposo llega a tiempo encontrará a las necias comerciando. Uno de los puntos más interesantes es el retraso del esposo; las prudentes supieron calcular un largo tiempo de espera por lo que sus lámparas quedaron encendidas. Las descuidadas, o falta de precaución, se quedaron sin aceite; y media noche llegó el esposo. No faltó generosidad de unas sino falta de realismo de las otras; pues ya era tarde y de noche para ir a comprar.

 

Continúa Mateo contando que las que estaban listas entraron a la boda, (Mt 25,1-13); agrega Pablo: “seremos arrebatados para ir al encuentro del Señor, estaremos siempre con El (en el banquete del Reino)

 

Así el evangelio explica la segunda lectura de la carta a los Tesalonicenses como un problema de discernimiento actual para mantener el aceite que requerimos para llegar y entrar al Reino de la muerte y resurrección de Jesús

 

LA PROMESA HACIA EL FUTURO.

 

Para el creyente el futuro no es un destino, o la simple reproducción del presente; para un creyente es la oportunidad que tiene nuestra vida de ver como Dios cumple sus promesas. Toda la historia bíblica es una historia de promesas a las que Dios es fiel. Esa es la base del futuro, que, desde la fe, llamamos esperanza. El evangelio de Jesús, que es el reino de los cielos, ha anticipado el futuro y ha acercado la meta final. La resurrección, el Espíritu de Jesús, no es algo pasado sino la fuerza, el aceite, que internamente nos mueve anticipando la meta; por eso hay que estar atentos a las iniciativas del Espíritu. Ahora debemos hacer lo que no podremos hacer después. La fiesta del futuro será de acuerdo a la obediencia del Espíritu en el momento presente.

 

Aprender a orar con la palabra, el Espíritu, como revelación en nuestro interior para procurar vivir de acuerdo a sus exigencias es el origen de la sabiduría: “Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean… A los que son dignos de ella, ella misma sale a buscarlos por los caminos; se les aparece benévola y colabora con ellos en todos sus proyectos” (primera lectura).