Solemnidad. Jesucristo, Rey del Universo, Ciclo A  

EL EVANGELIO DE LOS ATEOS

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Hay profesiones que no son simple oficio u ocupación, que ejercerlas marcan la personalidad, o que es preciso gozar de cierta idiosincrasia peculiar, para saber ejercerlas. Con un mecánico de coches no cuesta dialogar y compartir incidencias y problemas de un vehículo. Si uno tiene elementales conocimientos de física, entenderá fácilmente sus explicaciones.

 

2.- Un pastor es una cosa rara, admirable sí, ahora bien, su ocupación la ejerce lejos de la lógica urbana y de aquí tal vez derive su singularidad. Aparentemente es un vago, ya que, en realidad no hace otra cosa que mirar y como mucho gritar a los perros, para que sean ellos los que conduzcan y protejan el rebaño.

 

3.- No hay cosa más homogénea que un gran rebaño. Nos parecen, a los profanos del oficio, que todos los animales son iguales y que no hacen caso a nadie, excepto acudir a donde le ofrecen comida y, no obstante, no es así. El pastor conoce a sus ovejas y ellas le conocen a él. Ambos están pendientes el uno de las otras, las otras de lo que pretende el pastor, que es el que siempre marca el proceder que deben seguir los animales.

 

4.- El cansancio del pastor, generalmente, no es físico. Mentalmente, es agotador. La estampa de un rebaño por el desierto es maravillosa. Recuerdo haber visto bastantes de ellos desplazarse por los desiertos de Judá y del Neguev. Ovejas, carneros, corderitos, cabras y machos cabríos, no son exactamente iguales, por más que tengan igual tamaño, semejante complexión y dinámica de movimiento.

 

5.- Algo así ocurre con los hombres. Estudie en primaria que todos tenemos cabeza, tronco y extremidades. Pese a ello, existe entre nosotros grandes diferencias. Más que corporales, las discrepancias atañen al espíritu y a los comportamientos. A sus iniciativas y a sus respuestas. Pese a ser diferentes, hay un aspecto respecto al cual se pueden formar dos grupos que siendo semejantes, la postura espiritual en la vida, difiere de unos a otros, es más, resulta opuesta. Unos son generosos, los otros egoístas. En la raíz de la personalidad y en la consecución habitual de sus actos, se diferencian totalmente.

 

6.- Importa, pues, que nos preguntemos ¿en qué grupo estamos? La adscripción religiosa tendemos a considerarla, a clasificarla, a diferenciarla, de acuerdo con criterios intelectuales. Parece que tener Fe es cosa de aprendizaje del intelecto y del ejercicio de la memoria. Y no es así, pese a que se tienda considerarlo como una exclusiva adhesión del entendimiento. La adhesión cristiana es fundamentalmente una actitud del corazón, marcada por un comportamiento que, o se apega a favor de los demás, o se interesa exclusivamente de sí mismo. Existen grandes intelectuales que se declaran agnósticos. Que han hecho esfuerzos de reflexión y no han conseguido alcanzar la Fe. Otros, con pocos estudios y conocimientos a sus espaldas, son fervorosos cristianos.

 

7.- Os confieso, mis queridos jóvenes lectores, que para demostrar lo que os vengo diciendo, os contaré que en dos ocasiones, en ambos casos se trataba de juventud que oscilaba entre los 14-16 años y advertidos previamente de que yo, sacerdote encantado y convencido de serlo, les iba a demostrar que nada de nada de la doctrina cristiana, era comprobable ni creíble. Les avisé a ellos y a los profesores que les acompañaban. Sería como un juego de magia intelectual fascinante, sin que pareciera juego.

 

8.- Como si se tratara de una conferencia empecé dando razón de mi ateísmo. De la inexistencia de la totalidad de lo que estábamos convencidos que existía. Que nada había. Que todo era pura imaginación etc. etc. En las dos ocasiones supuso para mí un esfuerzo intelectual que me dejó agotado. Recuerdo también que un profesor me dijo que a algunos de sus alumnos, les había convencido más cuando hablaba de mi increencia, que cuando había predicado el evangelio. No sé si resulta útil tal experiencia. No he vuelto a repetirla.

 

--Ser cristiano no es ejercer de intelectual religioso.

 

--Ser cristiano, fundamentalmente, es actuar generosamente. Y la liberalidad bondadosa ilumina la transparencia del ser en su totalidad.

 

9.- Si se proyecta un foco de luz sobre un cuerpo opaco, este cambia su aspecto. Pasa un rayo de luz a través de un cristal y nada se nota. Pese a que no se observe nada, los fotones lo han cruzado de un extremo al otro. Fotones idénticos a los que chocaron en el objeto mate y pigmentado y pudimos observar el fenómeno a simple vista.

 

10.- Quien es generoso en su obrar, está posesionado por la Fe, el don gratuito de Dios. Tal vez ni él mismo lo sepa. Dios sí que está enterado. Al final de los tiempos, iluminada la eternidad de su existencia, se llevará la gran sorpresa, la grata sorpresa. A Dios lo tenía siempre consigo. No quiero desacreditar los estudios teológicos y las catequesis, pero pobre de mí si me limitara a ser una gran enciclopedia encuadernada en mi cerebro espiritual.

 

11.- Pienso ahora en vosotros, mis queridos jóvenes lectores y me pregunto y os pregunto ¿en qué lado nos encontramos ahora? ¿Nos preparamos para ser fieles a la generosidad siempre, hasta el final? Si tenemos la fortuna de notar que Dios está, junto a nosotros, en nosotros, nos debemos sentir alegres. Si somos incapaces de captar sensaciones de orden espiritual trascendente, no nos aflijamos. Ocurre algo semejante a cuando tratamos de usar nuestro teléfono móvil, o celular, y nada conseguimos, creemos que lo que está en nuestras manos nada emite y nada recibe, que tal vez ni existe un emisor, y lo único que pasa es que en aquel momento y lugar, no hay cobertura, una montañita puede anular tan fantástica tecnología.

 

12.- Por cualquier calle, por cualquier camino, en cualquier ámbito, una persona triste, otra enferma, tal vez se trata de un emigrante marginado, alguien necesitado nos reclama. No lo ignoremos. Se oculta en él el mismo Cristo. Probablemente estás proyectando que te comprarás o qué esperas te regalen con motivo de las próximas fiestas navideñas. Son días de gastos superfluos. Pero un regalo oportunamente escogido, destinado a alguien, próximo o lejano, que le falte una muestra de amor, será tan bien recibido por el Señor, como los presentes de los pastores, que lo ofrecieron a Aquel que ¡les era hasta entonces, totalmente desconocido!