I Domingo de Adviento, Ciclo B.
LA RESPONSABILIDAD ES INDIVIDUAL
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- El texto
del evangelio de este domingo es corto y corto será mi comentario. En primer
lugar os recordaré, mis queridos jóvenes lectores, que hoy, primer domingo de
Adviento, empieza un nuevo curso litúrgico. Se inició en setiembre el escolar,
más tarde el judicial, el uno de enero el cronológico… el tiempo es una
ficción, nada homogénea, como dicta y se empieza a demostrar, de acuerdo con
las teorías de la relatividad vislumbradas por Einstein. Ahora bien, nos toca
vivir de acuerdo con este ente de razón con fundamento en las cosas, que diría
la aristotélico-tomista.
2.- Lo
primero que uno debe hacer cuando inicia una nueva vida en un nuevo espacio, es
suprimir obstáculos que nos dificulten entrar, movernos y protegernos. Poco a
poco se han introducido en nuestra vida costumbres y criterios que nos dominan,
sin que merezcan tal privilegio. Desde hábitos de juego o de espectáculo, hasta
gastos inútiles. Que cada uno se encargue de lo suyo y pida consejo.
3.- ¡Año
nuevo, vida nueva! Aun así, no podemos desprendernos de la realidad que nos
rodea, que no va a cambiar de repente. Y nos toca examinarnos a la luz del
mensaje de Jesús en la corta parábola suya que la Iglesia nos presenta hoy.
4.- Hemos
oído hablar del agujero de la capa de ozono que se ensancha y se ensancha más y
más, augurando muchos males. Se reduce algo y nadie canta victoria. Para el
vulgo la cuestión ha perdido actualidad. El cambio climático es más visible y
achacarle todo a él, más fácil. Cuando mucho llueve y causa estragos, cuando la
sequía ahoga e impide crecimiento y dificulta la saciedad de las personas,
bestias y cultivos, se divulga a los cuatro vientos que este mal lo causa el
cambio climático. ¡Tantos males ocurren sin que nosotros individualmente
podamos evitarlos!. Muchos de ellos, por perversos que sean, nos aprovechamos
de ellos para ahorrarnos remordimientos, seamos sinceros.
4.- Hay que
añadir, para aumentar las desgracias comunes, los desaciertos de los políticos,
las corrupciones de los que detentan el mando y el poder, que siempre son los
otros, no los nuestros, evidentemente. Así nosotros mismos nos engañamos y
vivimos más tranquilos. Leemos y escuchamos proclamas de desgracias colectivas
que nos abruman. Muchas de ellas tiene razón, otras son puro intervencionismo,
para desdibujar verdades. Viviendo sumergidos en tales circunstancias, nos
creemos impotentes e incapaces de dirigir nuestras conductas.
5.- Cuando
una aeronave se sumerge en áspera niebla, el piloto dispone de un horizonte
artificial que le permite seguir su rumbo. Cuando un empresario carece de
capital para arrostrar una crisis, acude a empréstitos o a la aceptación de
nuevos socios. A falta de pan, buenas son tortas, dice el proverbio.
5.- Dios,
alejado aparentemente del espacio/tiempo en el que estamos sumergidos, no se ha
fugado. Tal vez sería más acertado decir que se ha escondido. A cada uno le
dejó un encargado, una faena. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Es
preciso ser fiel al proyecto personal, sin poder intercambiarlo, ni
desconocerlo adrede. El del mundo puede ser colectivo y colaborar con él es un
deber. En el cachito de terreno que llamamos, país, nación o estado, en el
minúsculo territorio que ocupa, si es que nosotros nos consideramos sus
vecinos, nuestro pueblo, también estamos sometidos a obligaciones. Tenemos
ciertas responsabilidades. Se nos vigila, se nos ordena. No podemos huir. Lo
aceptamos y somos consecuentes, de otro modo llegan sanciones.
6.- Vuelvo al
Evangelio. Persiste siempre la responsabilidad individual. Ser fieles al
encargo asignado. A eso llamamos descubrir, conocer y ser fieles a la vocación
personal. Ante Dios, acabado el tiempo y situados en la Eternidad, no caben
excusas. No podremos llevarnos ni capital, ni trofeos, ni medallas, ni títulos,
ni muestras de autoridad. Amigo, se nos dirá, explícame que has hecho ¿has
cumplido tu deber?
7.- Ya lo
sabéis, mis queridos jóvenes lectores, en cualquier momento, puede allegarse Él
definitivamente a nuestra existencia. El Amo, que ha querido ser Padre, que
colaborásemos en su casa, de acuerdo con nuestra capacidad.
Dormir,
distraerse y curiosear fuera, es cosa legítima y necesaria, pero no suprema. Si
la llegada es espectacular, un accidente de circulación, una enfermedad
desconocida, un estrago natural inesperado, o consecuencia de una iniciativa
terrorista, tal vez se haga eco del suceso la prensa. Si viene por “muerte
natural” solo los íntimos se enterarán. El morir, ocurra con espectacularidad o
no, es siempre importante, no lo dudemos. En cualquier caso la pregunta será la
misma ¿has sido fiel a mi encargo?