2ª semana de Adviento. Domingo B: Mc 1, 1-8
La palabra “evangelio”
significa “buena noticia”. Y es buena noticia, no sólo porque va a hablarnos de
la vida de Jesús, sus milagros, etc., sino sobre todo porque Jesús nos va a
traer la buena noticia, que serán sus mensajes sobre el Reino de Dios.
“Buena Noticia” es también
como un grito de alegría y de esperanza y consuelo al comenzar su escrito. En
la liturgia de hoy encontramos en la primera lectura los sentimientos del
profeta Isaías dando aliento y esperanza al pueblo de Dios. De hecho era un
profeta, doscientos años después del primer Isaías, aunque con sentimientos
parecidos. Se acercaba la liberación. Hoy se nos propone la semejanza entre
Isaías y san Juan Bautista, quien predica que viene la liberación por medio del
Mesías.
El evangelista describe a
Juan Bautista como un profeta. Era clásica la figura de un verdadero profeta,
vestido con sencillez y llevando una vida pobre y austera. El desierto era como
un símbolo del encuentro con Dios. Por eso lo que nos va a decir el Bautista
tiene el sello de Dios, como lo tenían los profetas. Y el mensaje que hoy nos
da es que tenemos que “preparar el camino para el señor”. La imagen la trae
Isaías del hecho que solía pasar cuando un rey llegaba triunfante a una región.
Se preparaba el camino, quitando las asperezas y enderezándolo. Así debemos
preparar nuestro corazón.
Porque Jesús viene a
nosotros. También en
El hecho de “bautizarse” era
sumergirse en el agua del río Jordán. Pero quería significar lo que debía
suceder en el corazón del que se sumergía. Debía haber una conversión, que
significa un cambio de mentalidad o de actitud. Esto es lo que significa “un
bautismo de penitencia”: un bautismo para cambiar de vida, que es primeramente
ver la vida de otra manera y luego demostrarlo con los hechos: pasar de la
soberbia a la humildad, de la ira a la paciencia, del egoísmo a la
misericordia. Y es vivir con sencillez y limpieza de corazón, de modo que no
haya mentira ni injusticia.
Si esto significaba aquel
bautismo en agua, que hacía san Juan Bautista, ¿Cómo será el bautismo de Jesús,
que se realiza por medio del Espíritu Santo? Desde el principio aparece la
grandeza de Jesús y san Juan lo manifiesta tranquilamente: él no se cree ni
digno de ser el esclavo del Mesías. Esto lo dice por medio del símbolo de atar
las sandalias, que es una de las cosas que hacían los esclavos. Representa
también la grandeza de los bautizados y sumergidos en el Espíritu Santo.
Desgraciadamente no
seguimos continuamente sumergidos en el Espíritu, sino quizá contrarios. Por
eso, aunque nos creamos seguidores de Jesús, necesitamos de mucha penitencia,
cambio de mente y de corazón para acoger dignamente a Jesús. Estamos destinados
a la unión con Dios. Esta es nuestra mayor dignidad. Jesús viene a nuestro
encuentro. Hoy debemos pedirle, como lo hacemos en la oración de la misa, que
quite los obstáculos que puedan estorbar nuestro encuentro con Dios.