No desprecien el don de profecía

 

La futurología es ciencia que intenta aproximarnos al futuro, o predecirlo, o más arriesgadamente, describirlo como posible. En cristiano contamos con la “Apocalíptica”  que “es la espera de un mundo nuevo, expresada en escritos secretos que contienen revelaciones divinas”. Sencillamente, Dios realiza su Plan y asume el protagonismo de la historia. Lo demás son los hilos sobre los cuales Dios mismo va entretejiendo su voluntad…

Pero es necesario distinguir entre futurología, apocalíptica y profecía. Es la variante que representa Jesús con su ‘predicción’ del mundo nuevo que anuncia y en el cual también denuncia. Jesús es ya en sí mismo una Profecía, cumplimiento y realización plena de las profecías, laboratorio en el cual podemos avizorar nuestro futuro con el lente luminoso de la esperanza,  virtud adulta que abre los caminos y da certeza a nuestros sueños.

Al devolver el pergamino del cual había extraído la perícopa de Isaías, Jesús dice con propiedad de términos: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acaban de oír…”. La profecía es un camino que poco a poco va abriendo brecha para que Dios avance. Y en ese camino hay una coyuntura que nos hace encontradizos con el Plan de Dios, muchas veces en contra vía de nuestros ideales o principios o intereses, pero siempre al acecho de nuestra realización.

El don de Profecía, o la profecía en sí misma, no necesariamente es don propio de una persona, o de un grupo de personas, sino también los ‘signos de los tiempos’ formulan un lenguaje profético. Leer estos signos cambiaría el ritmo de la historia, su dirección, su comportamiento. Juan XXIII lo hizo con el Concilio. Francisco lo hace con su amor a los pobres. Podríamos hacerlo todos con la solidaridad como exigencia global de compromiso.

Cochabamba 17.12.17

jesús e. osorno g. mxy

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