Solemnidad. La Natividad del Señor (25
de diciembre)
MISA MEDIODIA-NAVIDAD-B
PREGÓN-ANUNCIO-ADVERTENCIA
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- Las
comunidades religiosas, los monjes y monjas que alerta y atentamente, de
acuerdo con su vocación, viven empapados en la liturgia de este día, se
encuentran comunitariamente a celebrar el Santo Misterio, en tres momentos
diferentes. A media noche, al amanecer y al mediodía. Las Iglesias cristianas
orientales, preparan la Solemnidad de hoy con rigurosos ayunos que purifican y
estimulan la vivacidad de su espíritu. No es un día cualquiera. Esto que os
digo, mis queridos jóvenes lectores, pese a sonar a eslogan comercial, debe
inquietar vuestro interior.
2.- Los
platos que se os ofrecerán en la comida, los que gustasteis tal vez anoche,
serán semejantes a los de otros momentos, se repiten, no sorprenden. Semejantes
a los de hace un año, semejantes a los que se les ofrecerán a otros muchos
compañeros vuestro. Pero la Voz del Señor sonará primeriza. Porque es eterna,
siempre es nueva, joven, activa. La Voz-Palabra es personal y omnipotente.
3.- A
diferencia de festín de Navidad de cada año, siempre semejante y de los mismos
resultados, el Dios-Palabra nos ofrece mensajes nuevos, que a veces, son
notificaciones, que pretenden cambiar nuestra vida. Siempre mejorarla. En una
alubia cualquiera, se esconde un principio vital disimulado y unos cotiledones
dispuestos a desplegarse en cuanto sea preciso, abrirse cual brazos desplegados
que proclaman la victoria de la vida sobre el reposo inerte. De una simple
alubia, mis queridos jóvenes lectores, ¡cuántas cosas nos diría un botánico!
¡Tan fácil que es masticarla y tragarla! Pero si tal cosa se hiciera con todas
ellas, si el simple hortelano no enterrase algunas y las regase, saborearíamos
algunas un día, pero al año siguiente no habría ninguna más y pasaríamos
hambre.
4.- El
labrador, sin ser científico, conoce la necesidad que tiene la leguminosa del
riego periódico y del abonado oportuno y hasta de las fases de la luna, a la
hora de plantar y de cavarlas. Abandono la botánica, que no sé porque me he
metido en este campo, que no es el mío.
5.- Nuestra
Fe, que no es una doctrina filosófica. Es fundamentalmente una vivencia, que no
está exenta de verdades que la sustentan y embellecen, que la anclan a lo más
substancial de la personalidad, proporcionándole al hombre seguridad y riqueza
espiritual. Espero, mis queridos jóvenes lectores, que a partir de estos
principios, escuchéis lo que se proclama desde el ambón, en la misa, leáis
después en casa y meditéis más tarde, los profundos contenidos del evangelio de
hoy.
5.- No
olvidéis una sentencia dura, exigente: vino a los suyos, pero no le recibieron.
Stop. ¿Sois vosotros estos? Pero a cuantos le recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. ¿Os sentís escogidos?