Fiesta. Sagrada Familia de Jesús,
María y José
FAMILIA HUMANA Y DIVINA
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- El
“apareamiento humano” no hay duda que obedecería o estaría motivado en sus
orígenes por simples impulsos biológicos. Una antigua película titulada algo
así como “En busca del fuego perdido” presentaba el fenómeno de una manera
admirable. Admirable porque de inmediato al hecho, presentaba el nacimiento del
amor. Que aquel acontecimiento, el histórico, no el cinematográfico, pudiera
ser fortuito, no niega que en los programas eternos de Dios, estuviera previsto
que, mediante evolución progresiva, la humanidad pudiera un día llegar a la
maravillosa realidad del matrimonio.
2.- Las
circunstancias geográficas, climatológicas, bélicas, etc. condicionaron este
progreso. Desde la poligamia o la poliandria, le costó sin duda llegar a la
monogamia. Al compromiso único e indisoluble entre dos personas, varón y mujer,
también. A trancas y barrancas, avanzó el programa, a veces dando un paso
adelante y dos atrás. En el mundo occidental observamos hoy parada estacional o
retroceso. En el oriental, estoy refiriéndome a la China continental, según
cuentan, y sin que llegue a estar reconocido por las leyes, esclavizados por
políticas maoístas que aún perduran, leo que se practica la poliandria, por
necesidades legítimas personales. Por lo que veo, tal proceder nadie lo
califica de progreso y no me voy a detener a daros explicaciones y noticias de
orden político, que no es este el lugar de hacerlo, mis queridos jóvenes
lectores.
3.- Si, como
en tantas otras ocasiones, a lo que debiera ser una sencilla homilía-mensaje, le
ha precedido una mención de carácter histórico-antropológico, en este caso lo
he escrito para situar el concepto mal llamado de “familia Tradicional” y
especialmente situarme en el elogio de la familia humana por excelencia, en
algún aspecto no imitable, pero siempre admirable, la que formaron Santa María
con San José y el Niño.
4.- Que nadie
se enfade, ni me trate de hereje, como lo hicieron un día. Vaya por delante que
la virginidad de Nuestra Señora, si todas la imitaran, llevaría de inmediato a
la extinción de la familia humana. De aquí que haya dicho no imitable en todo.
Fue admirable, fue prodigio de fidelidad y compromiso. La convierte en madre
nuestra, cosa que de otra manera hubiera sido difícil o imposible de conseguir.
Un caso singular, único. Querido por Dios y basta.
5.- Admirable
y en muchos aspectos imitable, vuelvo a repetir. La primera lectura, del Libro
del Eclesiástico, o del hijo de Sira, nos revela una visión práctica de la
buena cotidiana práctica de la vida familiar. Conociendo el texto desde pequeño
y chocándome su contenido, observando la larga vida de mis abuelas, me propuse
que cuando fuera a Calahorra, donde vivía una de ellas, le preguntaría si había
sido de pequeña muy obediente a sus padres. No fui capaz de hacerlo, me dio vergüenza
pero lo tuve siempre presente. Recapacito ahora, que soy mucho más viejo de lo
que la abuela era, y que no he sido obediente como debiera haberlo sido, que el
cogollo de la cuestión no es la sumisión ciega, sino el amor a los padres y eso
no lo he escatimado nunca.
6.- La
segunda lectura que proclamamos este domingo en la misa, hace referencia a la
convivencia familiar. Se refiere Pablo a virtudes humanas y es muy oportuno que
lo haga y ahora lo recordemos examinándonos. La beatería sin buena conducta es
no solamente inútil sino perniciosa. Saber rezar y hacerlo, ofendiendo y
maltratando o marginando, es escándalo.
7.- El último
párrafo os puede irritar tal vez, principalmente a vosotras, mis queridas
jóvenes lectoras. No voy a justificar el lenguaje, condicionado por la cultura
en la que estaba sumergido, simplemente recordaros las estadísticas de maltrato
y “crimen de género” que estos días publican los medios. Las 46 mujeres
víctimas que nos dicen han muerto hasta el 6 del XII de este año, en España,
con total seguridad, hubieran preferido ser tratadas como pide San Pablo, a
haber sufrido ellas y las muchas ocultas maltratadas, la mala suerte que han
tenido. Y no hay que olvidar, respecto al matrimonio, la doctrina que en otros
lugares ofrece el Apóstol.
8.- El relato
de Lucas que corresponde a este domingo es una narración colmada de ternura,
fidelidad, amor y misterio. La primera parte que refiere la subida a Jerusalén
del matrimonio con el Chiquillo, en cumplimiento de la Ley la recuerdo muchas
veces, cuando yo, celebrando misa solo en mi pequeña iglesia, levanto el pan
“fruto de la tierra y del trabajo de los hombres” ella elevaría al Niño al
Cielo, que era fruto de sus entrañas, ayudada en su consecución de su justo y
fiel esposo. No sabía Ella que iba a ser cuando llegara a adulto y que, a
partir del Cenáculo, se convirtiera también en alimento espiritual para tantos.
Suspiraría de alivio Ella, preocupada como estaría por saber cumplir con los
ritos que se le exigirían en el Templo, al escuchar a los dos abuelitos que
inesperadamente encontraron. ¡cómo sonreiría San José!, pienso siempre. Imagino
también en el impacto que causaría en el interior de Santa María el escuchar: a
ti una espada te traspasará el alma.
Cuando yo me
muevo por Nazaret, me gusta detenerme en una de las puertas del complejo
basilical. Dice en latín: et erat subditus illis. (Y vivía sujeto a ellos).
(Vuelvo a acordarme de mi abuela y de mis padres, todavía ahora, que ya paso de
los ochenta).