Solemnidad. Santa María, Madre de Dios (1 de enero)

AÑO NUEVO-JORNADA DE LA PAZ-CIRCUNCISIÓN-MADRE DE DIOS

Padre Pedrojosé Ynaraja

1.- Cuando era pequeño y acumulaba calendarios, si me los daban, siempre me intrigaba que en la fecha del primero de enero pusiese circuncisión del Niño Jesús, no lo entendía. Más tarde me despreocupé, era cosa de judíos, pensé y basta. Pasaron los años y ponían, y se decía, que era Año Nuevo. Pese creer entenderlo y acepta que fuera verdad, ahora sé que es primero de año para los que seguimos el calendario gregoriano y que hay unos cuantos más por el mundo y muy respetables. Un día el Papa Pablo VI nombro a la jornada día de la paz. Muy oportuno, me pareció. La realidad es que a pocos les interesa tal calificativo. Hay monumentos a la familia, a la constitución, al trabajo, pero, que yo sepa, a la paz solo hay uno y en Roma, la “Ara pacis” que pocos admiran y que yo mismo solo he visitado dos veces, de entre las tantas que he estado en la Ciudad Eterna. Ahora, solemnemente, los calendarios litúrgicos llaman a este día “Santa María, Madre de Dios”.

2.- No os inquietéis, mis queridos jóvenes lectores, por el intríngulis doctrinal en el que os he podido meter. Como comprobaréis por los textos litúrgicos todo ello está incluido en el misal. La primera lectura, su contenido, está totalmente de acuerdo con lo que se escucha por la calle. La gente dice y se saluda: ¡feliz año nuevo!. El texto dice: bendeciréis así. Felicitar y bendecir, son cosas equivalentes, cada expresión corresponde a un nivel popio. Felicitad vosotros, mis queridos jóvenes lectores, pensando en que lo que deseáis, es que la bendición, la protección, el Amor de Dios, descienda sobre quienes saludáis o recordáis con más afecto hoy. Y si Dios bendice y el hombre se deja bendecir, decir bien de Dios, la consecuencia es la Paz universal. La segunda, la Carta de Pablo a los Gálatas, habla de libertad, que implica paz interior, no victoria contra el adversario.

3.- El evangelio recuerda el episodio de la circuncisión que, de acuerdo con la Ley, suponía que en aquel momento se le aplicase un nombre con el que se definiría entre las gentes. En este caso se nos advierte que si le pusieron Jesús (sonaría seguramente algo así como Jeosuá) cuyo significado es salvador, a mi me gusta más llamarlo en mis adentros, socorrista, pero me lo cayo para no irritar a teólogos puntillosos.  Liberador sería y es de todo aquel que lo precise y se lo implore. María conservaba estas cosas en la interioridad de su corazón. Texto que, oh prodigio, se repite textualmente dos veces. ¡qué diferencia respecto a lo que a nosotros nos interesa!

4.- Quiero advertiros, lo recuerdo cada año, que el título de la fiesta, no significa que Santa María sea la madre de un dios. Ni que sea una diosa madre. La realidad de Jesús, tan Dios como hombre, íntimamente unidas las dos naturalezas, que si la Virgen engendró y le dio a luz al tal Bebé, pudiéndola llamar con propiedad sus contemporáneos su madre, nosotros, a partir de las deliberaciones y conclusiones de los asistentes al Concilio de Éfeso, (431) que lo hacían asistidos del Espíritu Santo, protector fiel de la Iglesia, la llamamos con acierto Madre de Dios. Lo hacemos no para llenar su curriculum de trofeos espirituales, sino para que al reconocerla así, aceptamos agradecidos que al ser la Madre de nuestro Hermano mayor, lo es Madre nuestra.