CICLO A
TIEMPO
DE NAVIDAD
FIESTA
DE LA SAGRADA FAMILIA
Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada
Familia de Jesús, José y María en el contexto de la Navidad: el Hijo de Dios se
hace verdaderamente hombre, para que el hombre participe de su divinidad (de su
vida inmortal, de su bondad infinita, de su gloria eterna). Dios vino a salvar
nuestra pobre condición humana, haciéndose hombre verdadero, en todo igual a
nosotros menos en el pecado: niño verdadero, adolescente verdadero, joven verdadero,
que necesitó ser alimentado, protegido y educado. Y esto en el seno de una
verdadera familia: a la sombra amorosa de la madre-mujer y del padre-varón.
Jesús, Dios verdadero y hombre verdadero, fue creciendo verdaderamente en
estatura, en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres (Lc
2, 52).
La Sagrada Familia estuvo fundada en un
verdadero matrimonio. El de José y María no fue una apariencia para guardar las
formas. Fue un matrimonio virginal: por especial gracia de Dios, José y María
recibieron el don de la virginidad y la gracia del matrimonio.
José fue verdadero padre de Jesús, excluyendo
la generación física. No fue su padre biológico, no engendró a Jesús, pero en todo lo demás fue un verdadero
padre: todos los problemas y alegrías, todas las responsabilidades de un padre
las vivió José con relación a Jesús. Educar es engendrar y José fue el primer educador de Jesús. María
es verdadera Madre de Dios hecho hombre. Fue concebido en su seno virginal, le
amamantó, le crió, le educó, le enseñó las oraciones.
María fue una experta ama de casa, decía Juan Pablo II. Jesús, José y María
formaron una verdadera familia, comunidad de vida y amor fundada en el
matrimonio de un hombre y de una mujer. Tal como la ha querido Dios desde el
principio.
Dios se hace hombre para salvar al hombre:
para que viva todas las realidades de su vida según el plan de felicidad, que
tiene Dios preparado para el ser humano. También el matrimonio y la familia,
comunidad de vida y amor. Cuántos matrimonios y cuántas familias se salvarían
si todos sus componentes vivieran el amor, que es ceñidor de la unida
consumada: la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, sabiendo
sobrellevarse, perdonándose y
esforzándose porque la paz de Cristo actúe de árbitro en todo momento
(Segunda lectura).
MARIANO ESTEBAN CARO