El modo es lo importante
Juzgamos a los demás por su comportamiento. Antes
hablábamos de urbanidad y de buenos modales. Hoy eso ha ido desapareciendo y
etiquetamos a las personas por lo que tienen o por el modelo de sus móviles, ropa y zapatillas de marca,
un lenguaje cibernético, entrecortado y monosílabo. También abundan los
símbolos. Nos sobrevino la semiótica pero recortada.
Quisiéramos un Jesús a nuestra estatura, incluso, a
nuestros anhelos, deseos, aspiraciones. Pero ÉL es diferente. Es ‘su modo’ el
que nos causa problemas. Ese ‘modito’ tan propio de acercarse al pobre, al
enfermo, a los excluidos, a los muertos. Es su misión toda la que contraría
nuestros pensamientos. Rompe los esquemas, las casillas en las que queríamos
encerrarlo, y ÉL, hábilmente, se abre paso por encima de nuestras fronteras,
nuestras pequeñeces.
Juan el Bautista lo quería presentar como el ‘portador’
de la ira de Dios que pone orden entre estructuras y sujetos, leyes y profetas.
Pero ÉL desmiente con sus obras y actitudes esta imagen. Su estilo es diferente. Toma la
actitud de ‘siervo’ para confundir a los
poderosos. Se hace pobre entre los pobres para llamar a la conversión a los
ricos. Y vive en comunión con gentes ‘nada bien vistas’ y a quienes llama
amigos. Derrumba las paredes de nuestros prejuicios.
Quien se ha bautizado asume este ‘rol’ de pueblo, de
humildad y sencillez que nos enseñó Jesus. El modo aquí es muy importante. Prima
lo humano en nuestras relaciones, convivencias y hasta creencias. Es el modo de actuar el que debe distinguirnos en
la escuela del discipulado. Sólo el testimonio convence. Sólo el amor arrastra.
Ese “modito” de actuar de Jesús se nos
si somos consecuentes en el seguimiento del Maestro.
Cochabamba 07.01.18
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com