FIESTA DE LA EPIFANÍA, CICLO B

LA EPIFANÍA CAMINO PARA CONOCER A JESÚS.

La palabra misterio que Pablo utiliza en la carta a los Efesios no significa un secreto que Dios tiene guardado para él, únicamente; sino más bien una intimidad a la que por don y revelación Él nos permita penetrar y conocer progresivamente: El misterio de Cristo. Cada uno de nosotros sabe por su vida de fe que el conocimiento de Jesús es progresivo desde la niñez hasta la madurez de la vida, desde la familia hasta la comunidad a la que pertenecemos y en donde reconocemos que nuestra promesa es Jesucristo, nuestra herencia es la comunidad como cuerpo y templo del Espiritual esta promesa y herencia están llamados no solo los judíos sino también nosotros los que un día nos comportábamos como paganos: “también los paganos son herederos de la mis herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo”. Naturalmente que no podemos olvidar que Israel es el pueblo elegido, pues “Dios no se niega a sí mismo” Pablo advierte: “Atención, los paganos, nosotros, también pueden ser escogidos por Dios para ser apóstoles y testigos de la salvación” (segunda lectura). Así fue como ocurrió.

LAS INTUICIONES DE ISAÍAS.

Si la lectura fuera cronológica cualquiera pensaría que Isaías estaba anunciando por anticipado el encuentro de los magos o pastores con el niño del pesebre en Belén; pero el profeta está hablando de la futura gloria de Jerusalén, Israel, ante las tinieblas del mundo: “Las tinieblas cubren la tierra y espesas nubes envuelven a los pueblos”. Qué lentitud la de Israel para acogerse a la luz”. A pesar de todo el profeta insiste: “Levanta a los ojos, mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos y a tus hijas las llevan en brazos” (primera lectura).

DEJÉMONOS ORIENTAR.

La visita de los magos o pastores a Belén confirman lo escrito por Isaías y confirmado por Pablo: los paganos han sido asociados a la misma herencia y promesa cumplida en Belén con el nacimiento del Mesías bajo la protección de sus padres.

Los magos o pastores se dieron cuenta por una estrella como debían de orientarse hacia Belén para un encuentro que los convertiría en testimonios de la Buena Noticia. “Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre; y postrándose lo adoraron. Después abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, retornaron a su tierra por otro camino.” (evangelio).

No podían entretenerse allí bien fuera por el peligro de Herodes como por la premura de ir a anunciar la Buena Nueva del encuentro con el Mesías y su familia; además de volver a la vida rutinaria para seguirla iluminando con la estrella de Belén, Jesús.

EL CAMINO DE REGRESO.

El camino de regreso siempre es más difícil que el de ida. Es fácil bajo nuevas expectativas el llegar; pero no es tan fácil saber que va a pasar cuando la expectación ha culminado y han empezado a disminuir las expectativas; entre las cuales está la del regreso. Eso puede ocurrir con la Navidad cuando deja una cierta decepción o balance negativo en algún aspecto, desde lo económico hasta lo moral por lo inhumano que haya sido; licor, niños quemados con pólvora, endeudamiento o desavenencias. ¡Qué lástima que no nos hubiésemos enterados de lo que significa para nuestra vida la Encarnación de Dios en Jesucristo para hacernos más! Bueno pero aún podemos enterarnos porque ahí está a disposición nuestra dejarnos encontrar por Jesucristo y el evangelio.

¡No fue así con los pastores quienes regresaron de su Navidad glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían visto y oído! Lo cual quiere decir que en el camino de regreso llevaban sin atenuación la expansión del alma que habían tenido en los momentos de más exaltación.

QUÉ QUEDÓ DE LA IDA Y LA VENIDA.

¿Qué era lo que llevaban que había durado? En primer lugar, reconocimiento de que su felicidad más grande tenía su origen en Dios y se llamaba Encarnación. Ese es un reconocimiento que todos los hombres necesitan preservar desde la Navidad: Dios se encarnó en Jesucristo para hacernos más humanos. Si esta creencia por la experiencia de la encarnación comienza ahora después de Navidad; se explica solo porque existió primero la Encarnación y puede continuar ahora. El don sigue estando presente.

Aún podemos ser pastores si en nuestro corazón nace la alegría de ser más humanos; lo que equivale a ser felices. Todo corazón sigue siendo espacio suficiente para que Dios nazca y nos deje como responsables de la paz.

DÓNDE ENCONTRARNOS CON JESÚS.

Dios no será encontrado en algún extraño y distante día sino se le puede encontrar ahora. Pero se le puede encontrar ahora en las cosas que están más cerca -en las bendiciones familiares de amistad y afecto, en la diaria belleza de la paciencia y la devoción y la fe y el amor que se pueden dar en su totalidad más allá de los propios merecimientos-. Cuando los hombres lo reconocen, aunque el camino pueda retroceder a los sitios del trabajo rutinario, pueden ir, como fueron los pastores, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído durante la Navidad.

Finalmente, los pastores supieron que lo que habían contemplado en Belén se extendería con consecuencias ilimitadas. Todavía no sabían cómo. Pero supieron que sería así en tanto compartieran la alegría y la paz del pesebre con los demás. Roguemos a Dios para que la paz del pesebre permanezca en la familia y en el corazón de cada uno para el servicio de los demás.