DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO -  CICLO B

 

¡QUÉ HACEMOS SI LA VIDA ES CORTA!

 

“La vida es corta porque este mundo que vemos es pasajero” deja la impresión de ser una observación de alguien de tercera edad; aunque puede ser cierto; Pablo se refiere más bien a la promesa de Isaías: “He aquí que yo voy a crear cielos nuevos y una tierra nueva” (Is 65,17). No es una visión catastrófica sino una nueva y buena noticia de un reino en el que todos podrán estar. Esta promesa debe cambiar la manera de ver las cosas, para distinguir la forma de vivir cristiana con el estilo pagano. Ahí radica la razón para que “los que sufren vivan como si no sufrieran, los que están alegres como si no lo estuvieran, los casados como si no lo fueran y los que disfrutan del mundo como si no lo disfrutaran”; porque solo cuenta el mundo nuevo. (segunda lectura). Para Pablo la conversión no es exclusivamente moral; es “cambiar de mentalidad”. Mirar las cosas desde el nuevo punto de vista de Jesús y obrar de acuerdo a sus sentimientos con los demás; es la conversión.

 

A QUIEN NOS CONVERTIMOS

“El mundo nuevo” desde los profetas, pasando por Juan Bautista y llegando a Jesús requiere de una conversión: “se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios se aproxima; arrepiéntanse y crean en el evangelio” (evangelio). Convertirse es, entonces, creer en el amor de Dios que está en nosotros pero también en los otros: creer que Dios nos quiere para poder querer y servir a los demás.

Jesús para llegar a ser de los discípulos una comunidad tuvo que superar serios problemas: los obstáculos sicológicos de su condición social y las precariedades de su educación por los rigores de la ley; de ahí la ruptura progresiva pero definitiva con su entorno porque lo que contaba era el objetivo final; el seguimiento en comunidad. Su realidad futura está en quien los llamó, más que en las cualidades personales y arte peculiar de pescar. A los discípulos debió haberles fascinado la humanidad de Jesús aún en contra de muchos, aunque no con la inmediatez de dejar lo nuestro por seguirlo. Es de actualidad más que de recuerdo dejarse humanizar por Jesús para humanizar a otros; “Yo los haré pescadores de hombres” Sacar a los hombres del mal, significado en el mar de galilea, para traerlos a la vida requiere renacer como hijos de Dios. “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, pero a los que lo acogieron los hizo capaces de ser hijos de Dios” (Jn 1,11-12). “He venido para que tengan vida, y la tengan en plenitud” (Jn 10,10).  A lo mejor a los judíos se les hacía más difícil creer y seguir a Jesús porque en ese entonces un cambio de mentalidad, para el judaísmo era signo del mal corriendo el riesgo de graves castigos, proporcionales a cambiar una tradición. Los sentimientos de culpabilidad podían llevar a la muerte.

 

LOS LOGROS DE JESUS.

La originalidad de Jesús fue cambiarles de mentalidad a los discípulos para que, en comunidad aprendieran a mirar la realidad, la historia de Israel, como Él la entendía y a compartirla, como Él la vivía, en relación con su Padre-Dios “para hacerlos pescadores de hombres”. Dejando los vínculos naturales, incluida la madre tierra y la subordinación laboral con la pesca, comienzan a ser parte de una comunidad reconciliada por estar en comunión con Jesús, para servir como alternativa de la familia y la sociedad judía. El gran milagro de Jesús fue hacer de los discípulos una comunidad y tener la oportunidad de hacer de los creyentes, por la palabra y el bautismo, nuevas comunidades con el perfil de las primeras. Los discípulos conocieron a Jesús no en cursos sobre su vida, leyendo información sobre él o en las lecciones de catequesis sino siguiéndolo en comunidad. ¡Cómo nos vamos a perder la experiencia de vivir la fe en Comunidad! La vida es corta porque este mundo que vemos es pasajero” (Segunda lectura).

 

CONVERSION E INCLUSION.

Jonás por creer la Palabra de Dios, conversión, y ponerla al servicio de la ciudad de Nínive; logró que: “Los ninivitas, grandes y pequeños, creyeran en Dios y se vistieran de sayal. Así Dios cambió de parecer, pasando del castigo al perdón”. Desde entonces la conversión ha sido un proceso de reconciliación incluyente.