IV TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
CÁLLATE Y SAL DE ÉL.
Para Pablo en
el seguimiento de Jesús hay algo muy importante: “Vivir constantemente y sin
distracciones en presencia del Señor… tal como conviene” (segunda lectura). Los
ejemplos que pone Pablo son para realzar lo anterior: El hombre y la mujer
casados frente al soltero y la que ya no tiene marido. El cuerpo, signo de la
vida total del hombre, puede ser un motivo de distracción, razón para Pablo
advertir: “huid de la impureza porque vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, que está en vosotros y lo habéis recibido de Dios”. (1 Cor 6,18-19).
YA LE LLEGO LA HORA AL MAL.
En la
sinagoga de Cafarnaúm y en Shabat; día por excelencia
de la celebración de Dios como creador y liberador; le llegó la hora al Mal.
Desde su experiencia con los discípulos, Jesús no creía que los ritos de la
sinagoga, particularmente los de purificación, fueran los procedimientos
ideales frente al mal; pero si un buen momento, un excelente lugar, una
inigualable compañía como eran los discípulos; y la presencia en un rincón de
exclusión, de un hombre poseído del espíritu impuro, signo del mal en Israel
que no se cansaba de gritar: “¿qué quieres tú con nosotros Jesús de Nazaret,
has venido a acabar con nosotros”, enfermos, excluidos, victimarios,
esclavizados; hechos inhumanos por la religión como ley. Estos eran para Jesús
sujetos de humanidad y los primeros destinatarios del Reino. Los “espíritus
impuros” conocen la autoridad de Jesús, pero nunca piden la sanación: “sé que
eres el consagrado por Dios”
QUE NECESITA SANACIÓN.
Es el grito
actual de la codicia institucional y privada: “¿qué tienes que ver con
nosotros, Jesús? Los poderes políticos, económicos y culturales como el egoísmo
y el materialismo, que explotan a los hombres y protestan diciendo que las
enseñanzas de Jesús no tienen jurisdicción sobre ellos; por tratarse de una
sociedad y estado laico. Hoy requieren sanación las
pos-verdades de las redes que, sin discernimiento, solo por la libertad
de información, arrasan con los valores y la ética. El daño ético y social que
hoy se hace con la palabra-cizaña, siempre merece una pegunta: ¿Si será
cierto?; ¡más grave es cuando todo se cree cierto! A todos los prejuicios y
males anteriores Jesús contesta ¡silénciate, y sal de allí! Jesús sana la
palabra desde el interior donde está el mal; creando un hombre interiormente
sano; con el claro conocimiento de que el hombre pertenece a una cultura
embrujada por el Mal.
“Todos
quedaron admirados, y se preguntaban: ¿Qué es esto? ¿qué
nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta los
espíritus inmundos y lo obedecen” Y muy pronto se extendió su fama por toda
Galilea” (evangelio). En el evangelio de hoy el secreto de que no apareciera el
nombre de Jesús, Mesías, era para dar más tiempo a que los discípulos lo descubrieran
en la cruz y resurrección como su Mesías.
LA HONRADEZ DE LA PALABRA.
Para hacer
frente al mal Dios le regala a Israel, como signo de amor, a Moisés, profeta
honrado con la palabra de Dios a sus hermanos; para sacarlos de la esclavitud a
la alianza, fe en Yahveh y justicia entre ellos. Así quedaba exorcizada la
palabra engañosa del faraón
Frecuentemente
el lenguaje religioso se hace intimista, abstracto y formal. El evangelio de
hoy hace que la Palabra de la verdad se convierta en hecho y deja luego hablar
los hechos. En el evangelio hay siempre un equilibrio entre palabra y hecho, ya
que los hechos no sustituyen la palabra y la Palabra se concreta en los hechos.
El primado lo
tiene la Palabra pues toda acción de Jesús comienza con una enseñanza y sigue
con una acción que muestra el poder de la Palabra o la enseñanza. Es una
Palabra que no busca solo convencer sino cambiar al oyente. Convence porque
hace cambiar.
No hay que
detallar demasiado lo que constituye el primer exorcismo del evangelio: El
endemoniado de Cafarnaúm.
De todas las
ciudades de la Galilea Cafarnaúm fue la más beneficiada por el ministerio de
Jesús; por ello es más culpable. Además de ser los exorcismos lo más importante
en el ministerio de milagros de Jesús
En este
evangelio llama la atención el primado de la Palabra que es el lugar donde
surge el poder de Dios como algo tan original que es inconciliable con
cualquier otro poder; llámese sinagoga, sábado, templo, fariseo o escriba,
Herodes o Roma Jesús tiene una palabra que transforma y realiza lo que dice;
los otros no.
El evangelio
de este domingo nos presente la Palabra como experiencia para mostrar la
relación entre la fe y la vida diaria.
Esa Palabra
es nueva por su origen, Dios, por su efecto: la conversión; por ser Palabra de
uno que ha superado la muerte y se convierte en el viviente por la
resurrección.
Si
quisiéramos en medio de tantas palabras suspicaces y engañosas tener una
enseñanza y una orientación eficaz tendríamos que cimentar en la Palabra del
evangelio nuestras seguridades.
¿Habrá alguna
Palabra que Dios en nosotros no haya cumplido? La vida cristiana es una
verificación permanente de cómo Dios ha realizado sus promesas, ha cambiado el
corazón, ha sanado el cuerpo o ha reorientado nuestra vida, pero ¿qué es o
quién es el espíritu inmundo que Jesús enfrenta con su Palabra? ¿será posible encontrarlo hoy?
Las prácticas
que tienen como centro al demonio y lo supersticioso hoy se encuentran en todas
partes y estratos sociales; incluso más en estratos altos que en gente pobre
por razones económicas.
Incluso en el
aspecto estético el demonio asustador dejó el puesto al demonio bello y hasta
poético. Si el enemigo se vuelve simpático entonces deja de ser un enemigo y se
convierte en un aliado y hasta un amigo. Incluso hay muchos hoy, sobre todo
jóvenes, que se han dado a la tarea de rescatar a Satanás para que el satanismo
no aparezca satánico.
Hoy existe al
interior de la Iglesia, un juego en relación al demonio que podemos llamar
intelectual. Es el de todos los predicadores y evangelizadores que simplemente
no hablan del demonio por razones teológicas o pastorales. Gran número de
presbíteros mantienen un silencio sobre el demonio. Simplemente el demonio no
existe se reduce a lo que Pablo llamaba “la carne”; es decir a la limitación humana
que todo hombre o mujer lleva en sí.
Puede ser que
se niegue el demonio porque no se encuentra en los libros, ni en las
conferencias ni en las predicaciones teológicas. Al demonio no le interesa una
conferencia o una biblioteca sino la vida de la gente; no le interesan mis
ideas sino mi corazón.
Recuerdo hace
algunos meses en una reconocida universidad a nivel mundial una interesante
discusión entre teólogos e intelectuales ateos acerca del demonio.
Lo primero
bien interesante es el demonio como centro de diálogo para gente que no está
interesada en reconocer su existencia o que simplemente no son creyentes. ¿Cómo
se va a creer en la existencia del demonio si no se cree en la existencia de
Dios? ¿qué puede decir del demonio el que se ha
interesado en sus representaciones y no en la influencia en su vida?
Pablo VI
afirmó en alguna ocasión: “El mal no es sólo una deficiencia sino una
eficiencia; un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible
realidad; misteriosa y pavorosa”. También es cierto que ver al demonio por
todas partes es tan funesto que no verlo en ninguna.
Es
comprensible la experiencia y prudencia de la Iglesia a no permitir usar de
manera indiscriminada o por cualquier presbítero el exorcismo dejándolo en
manos de quienes han recibido el mandato de ejercitar este ministerio. Lo que
es menos comprensible es el uso o abuso del exorcismo por parte de fieles y
ministros; dejándolo en ocasiones mezclar con dinero.
Los Hechos de
los Apóstoles traen un relato muy pedagógico: “Algunos exorcistas judíos
ambulantes intentaron también invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que
tenían espíritus malos y decían: Os conjuro por Jesús a quien predica Pablo.
Eran siete hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote
judío, los que hacían esto. Pero el espíritu malo les respondió: A Jesús le
conozco y se quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y arrojándose sobre
ellos el hombre poseído del mal espíritu dominó a unos y otros y pudo con ellos
de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y
cubiertos de heridas. Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes
de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos y fue
glorificado el nombre del Señor Jesús. Muchos de los que habían creído venían a
confesar y declarar sus prácticas. Bastantes de los que habían practicado la
magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el
precio de los libros y hallaron que subía a cincuenta mil monedas de
plata. De esta forma la Palabra del
Señor crecía y se robustecía poderosamente”. (Hch
19,13-20).
Aunque no
sean posesiones diabólicas la Iglesia siempre ha querido mantener por medio de
la acción pastoral muy cercana la compasión de Jesús a aquellos que llevan
dolor en el alma y que incluso para la ciencia médica o sicológica han sido
descartados.
La Palabra de
Jesús hizo insostenible la presencia del demonio impuro hasta el punto de
ponerse a gritar: ¿qué quieres de nosotros Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar
con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús lo increpó: Cállate y sal
de él. El espíritu inmundo lo retorció, y dando un grito muy fuerte salió”.
El creyente
que por vivir en gracia es templo del Espíritu Santo comparte la santidad de
Jesucristo increpando permanentemente el mal por su testimonio. Ese es un
exorcismo diario y eficaz; quizás en silencio.