COMPARTIENDO EL EVANGELIO

Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia

(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)

 

Quinto durante el año, Ciclo B

 

Evangelio según San Marcos 1,29-39 (ciclo B)

 

Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando". El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

 

DIOS NO QUITA EL SUFRIMIENTO, LE DA SENTIDO

 

Estamos ante la presencia de Jesús --que viene a sanar, a salvar, a curar, a restituir, a fortalecer- y en este Evangelio hay varios episodios donde Jesús obra y cura. Lo primero que tenemos que decir es que tiene que haber alguien que interceda, que pida o que presente; el mismo sujeto, el enfermo, o alguna persona cercana a él. En el caso de la suegra de Simón Pedro, le dicen que está enferma y Jesús la cura.

 

Luego, sabiendo que Él estaba allí, se le acercaron muchos enfermos y no curó a todos. ¿Esto qué significa? ¿que Dios no tiene poder? ¿que no tiene fuerza? ¿que fue injusto con unos y justo con otros? El misterio de la voluntad divina, es un misterio que alcanza a todos pero que tiene efectos distintos, resultados externos distintos, algunas personas que se sanan y otras que siguen enfermas. Pero lo principal es lo que Dios hace en cada uno, provocando un cambio de calidad de vida y de relación.

 

Podemos decir, para que se entienda mejor,  “Dios no te quita el sufrimiento, sino que le da sentido al sufrimiento; Dios no te quita la cruz, te da fuerzas para que la puedas enfrentar, vivir y ofrecer” Cuando un creyente le suplica a Dios, le pide y no le impone, acepta los bienes y también los males porque ambas son respuestas positivas de parte de Dios

 

Decía un filósofo francés, Blas Pascal, “Dios tiene su razón que la razón de los hombres, muchas veces, no conoce” No lo podemos agotar a Dios, no lo podemos manipular, no se pueden monopolizar las cosas de Dios. Jesús nos muestra muy bien cuando lo buscaban: “vayamos a otra parte”, porque Él ha venido a todos, por todos y para todos.

 

Que tengamos fe para pedir y gratitud para agradecer.

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén