DOMINGO 5º. ORDINARIO, CICLO B
NO HAY QUE METERSE EN LA
DANZA SI NO SE TIENE SONAJA
El evangelio de San Marcos me parece tan
sencillo y tan transparente que parece la conversación de dos amigos que van de
camino. Pero en su sencillez, tiene detalles asombrosos. Todo ocurre en las inmediaciones del Lago de
Galilea. Van de camino precisamente, y le avisan que la suegra de Pedro está en
casa, en cama. Y ni tarde ni perezoso, hacia allá dirige sus pasos y con un
gesto tan sencillo como tomarla de la mano, la fiebre y la enfermedad que la
aquejaba desaparece al instante, y aquella buena mujer se pone a servirles.
Esto era algo desacostumbrado. Acercarse a una mujer era algo que un rabino no
podía permitirse, y menos dejarse servir por ella, pero para Cristo es algo que
tiene que hacer. La mujer no es cosa del demonio ni tiene por qué ser
satanizada. Es sencillamente una mujer, como la que nos dio la vida a cada uno
de nosotros. Y es la mujer la que hoy
necesita ser evangelizada. Una mujer convencida de su fe, puede mover montañas,
y lo que no pueden hacer los padres, una sola muchachita lo consigue cuando
vive la fe en Cristo Jesús, para lograr la conversión del joven y del novio.
Por
la tarde, le llevan los enfermos, las gentes que sufren, los maltratados por la
lepra y otras enfermedades que les darían muchos problemas, y para todos ellos
Cristo tiene curación. Aparejado con las
enfermedades está el problema del mal, del demonio, de los endemoniados y
también para ellos hay solución. Hay que echarlos del corazón y de los cuerpos
de los hombres, pues es uno de los signos de su venida a este mundo. Y lo hace también de una forma sencilla, pero
autoritativamente, pues tratándose del demonio no caben las tintas medias.
Más
tarde acurre otro detalle, Cristo se aleja de la multitud, no pretende la
alabanza, ni el halago ni la compasión.
Y por eso se refugia en la oración a su Padre. Qué gran consuelo
recibiría en esos momentos y cuántos dones conseguía para los hombres a los que había sido enviado. La oración Jesús ocupará desde
entonces grandes momentos de su vida, y así va equilibrando su día entre los
hombres. Quizá los apóstoles no estaban acostumbrados
esa separación de Cristo Jesús y se dan a la tarea de buscarlo. Cuando
lo encuentran, le comunican que “todos le andan buscando”, pero correspondiendo
a su manera de ser, no se deja atrapar por unos cuántos ni quiere ser
patrimonio exclusivo de nadie, pues él se debe a todas las gentes y por eso
decide irse a los pueblos vecinos, pues para eso había venido, según les
comentó a sus mismos apóstoles. El texto
termina dándonos razón de que Jesús era incansable llevando a las gentes el mensaje de
salvación, cosa que ahora confía el Señor a sus ministros y a su Iglesia.
Pero
cuando decimos Iglesia nos referimos a todos los cristianos, de los cuales
ninguno se puede sentir ajeno a la evangelización, pues todos somos miembros de
Cristo y todos implicados en hacer que el Evangelio de Cristo brille en el
corazón del mundo. Hoy cuando se pretende que se quiten insignias, que
desaparezcan los crucifijos y las imágenes, la figura de Cristo debe estar en
el corazón de nuestros jóvenes, en sus cuartos, en su recámara y en su
cabecera. ¿Ocurre esto en tu cuarto, o es el deportista de moda, o la figura
femenina desnuda lo que ocupa el lugar principal de tu recámara?
El
Padre Alberto Ramírez Mosqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx