El dolor como pregunta
San Juan de la Cruz, pregunta: “¿Qué sabe quien no ha sufrido?” Y un refrán japonés responde: “Es
inútil hablar con quien no ha comido el pan con
lágrimas”. La andadura humana cuenta con un presupuesto: Sólo en el molde del
dolor aprendemos la comprensión, la
sabiduría y el coraje para afrontar nuestra
propia existencia y darle peso y madurez a nuestros actos. Un vida
“light”, ‘suave’, inofensiva, también inútil, jamás se cruza por la escuela del
dolor.
Job es figura paradigmática que nos anuncia en lejanía
al “Varón de dolores”, el Cristo del pesebre y del altar y de la Cruz. Sólo un
Dios que sufre, que sirve y comparte, puede caminar al lado de los empobrecidos
de la historia. Job es dolor hecho pregunta y Jesús es dolor hecho respuesta. A
los interrogantes de Job, Jesús responde desde el último lugar de la historia
asumiendo el puesto del último ser
humano en postración total y levantándolo hasta lo más alto de su Cruz para
enarbolar con él el grito de la gran liberación.
Pablo proclama a grito partido que se “ha hecho todo con
todos a fin de ganar a algunos” para la causa del Reino. ‘Hacerse todo con
todos’ es asumir el pellejo humano desde la entraña postrera de humanidad. No
queda resquicio de huida para quien lo ‘asume todo’. Es jugársela todo por los
demás y en ello se juega la “opción preferencial por los pobres”. Pablo lo fue
aprendiendo lentamente hasta asumir a Cristo en la totalidad de su evangelio.
Y Jesús va repartiendo “Buenas noticias” cuando se acerca al dolor humano, cuando da
la mano y levanta al desvalido, cuando susurra una palabra de consuelo, cuando
se apiada de la multitud, cuando en lo profundo de tu negatividad saca fuerzas
para llamarte ‘amigo’, para presentarte ya sanado a los ministros del culto y
arrancar de tu corazón la gratitud. Él nos enseña a practicar la misericordia
como un movimiento ‘hacia abajo’ con el fin de elevar a la máxima dignidad.
Cochabamba 04.02.18
jesús e. osorno g. mxy
jesús.osornog@gmail.com