Conversión ecológica

 

Cuaresma es tiempo de conversión. Y conversión es ‘volver’, darse media vuelta y encontrar al prójimo, vecino, hermano y hermana. Entrar dentro de sí y abrir el corazón, calentar las manos en la acogida, en el encuentro dando pulso y ritmo a la vida, una vida respetuosa, compartida. Y abrir los ojos en mirada contemplativa, como una elevación mística para abrazar la humanidad entera y la creación como “casa común”, hábitat fecundo y amoroso.

Para nadie, a no ser que su mente esté amarrada a su bolsillo, le es ajena esta realidad que padecemos hoy: “Tiempos de contaminación, cambio climático, obsolescencia programada, agotamiento de recursos naturales –como el agua–, extractivismo, incremento de basuras, daños irreparables a la biodiversidad… y muchas otras situaciones que delinean el preocupante escenario ambiental”. Todo esto nos llama a una “conversión ecológica”. La expresión es del Papa francisco.

Hemos sido irresponsables en el cuidado de la creación. En el libro del Génesis, Dios le entrega al ser humano el cuidado de su obra creadora, obra que destila vida y es vida. Pero ese ‘cuidado’ se ha vuelto manoseo egoísta, utilitarismo, saqueo desbocado sembrando muerte y desolación. Ha habido una apropiación acaparadora de parte inescrupulosa de los bienes constituidos para el bien común. Al cosmos lo hemos convertido en caos. A la casa común en ‘cosa nostra’.

Jesús es llevado por el Espíritu al desierto. Las fieras le hacen compañía. Hay un ritual apasionado de luces, destellos y silencio. Casi como al principio de la creación. Jesús quiere recuperar su obra. Darle vida, espíritu, colorido, visión. El mal interrumpe y Jesús lo acalla. De nuevo pronuncia su Palabra convirtiéndola en Pan de vida, reivindicando la dignidad y exaltando su Señorío por encima de tentaciones y adulaciones reconcentradas. Y nos abre el camino de la liberación, de la floración interior que da paso a la Pascua.

Cochabamba 18.02.18

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com