DOMINGO VI
TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
TODA
EVANGELIZACIÓN ES INCLUYENTE.
En la segunda lectura de la carta a los Corintios Pablo dice que
procura darles gusto a todos en todo, sin buscar su propio interés, sino el de
los demás, para que se salven… “háganlo todo para gloria de Dios… Sean pues
imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”. Pablo después de Damasco es
incluyente, como Jesús ha sido con él. Como Dios, en Jesucristo, se ha parecido
en todo a nosotros; excepto en el pecado; así nosotros podemos parecernos a Él,
hasta en los gestos más sencillos de la vida diaria: Después que “el verbo se
hizo carne” Dios está incluido en toda vida humana, en el interior de toda
persona humana habita Dios
EN QUÉ
CONSISTE LA INCLUSIÓN
En el evangelio de Marcos nos encontramos con un leproso que no tiene
nombre para que lo llamemos en plural; excluidos, víctimas de todo tipo de lepra, pobres, desamparados o invisibilidades;
o los que sufrimos por activa o por pasiva debido a nuestro propio invento que
es ser pecadores. De una manera incluyente Jesús siente lástima (splagchnizomai), se le conmueven las entrañas; lo que
origina una acción eficaz en favor de quienes se han sentido más excluidos que
agobiados por la misma lepra. El peligro de contaminación transforma al leproso
en paria, es decir, habitante de los extramuros de la ciudad. A Jesús le
interesaba más la inclusión del leproso en la comunidad que su propia
enfermedad, lo grave era la exclusión. Es el leproso quien superando la ley de
exclusión se acerca a Jesús “para suplicarle de rodillas: Si tú quieres puedes
curarme”, cuando Jesús lo aproxima (lo hace prójimo) desaparecen las barreras.
La compasión es una comunión en el sufrimiento… y el sufrimiento de Jesús es el
mismo del Padre. No es posible que los hijos sufran quedando el Padre
impasible. La inclusión es el origen de la paz y la alegría que da sentirnos
sanados y acompañados en el dolor por el sufrimiento y la compasión de Jesús.
SE ACABARON
LOS PREJUICIOS.
Sanar a un leproso equivalía a resucitar a un muerto; por eso la
acción de Jesús es el culmen de las grandes acciones de los profetas del
Antiguo Testamento. Moisés había sanado a su hermana Miriam, Eliseo al sirio
Naamán. Se requiere primero la compasión para luego extender la mano hacia todo
tipo de lepra. “Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le
dijo: ¡si quiero, sana¡” De un lado está la debilidad
humana y de otro la compasión y la libertad de decir: “si quiero, sana”; es
decir lo reconoce como puro en lugar de rechazarlo como enfermo contagioso. El
leproso no lo contagió, pero Jesús si lo salvó. No niega el pecado, pero
suprime la relación directa entre pecado y enfermedad.
Un correcto acercamiento al fenómeno de la lepra es lo que hoy se
llama “soriasis”, una enfermedad de la piel. Cuando el agua es mayor que la
sangre ocurre la hidropesía y cuando ésta es mayor que el agua, se produce la
lepra… En general la lepra era todo tipo de enfermedad de la piel. No se trata
de un exorcismo, ni de una sanción; es una purificación. La Encarnación de
Jesús, su relación personal, es insustituible e indispensable en cualquier
“lepra” y en todo momento.
QUE HACER
CON LOS PREJUICIOS.
Hace parte del proceso de sanación que Jesús olvide la opinión de los
demás acerca del leproso: “no se lo
cuentes a nadie”; pero es importante que vaya a l zona de la gracia, el templol,para dar testimonio definitivo de lo que le ha ocurrido y presentarse ante Dios como lo había creado
desde el principio del Génesis Es normal
que sentirse como hijo de dios, persona humana, quiera contarlo para
compartirlo; es Jesús quien le indica que vaya primero a los sacerdotes del
templo: al fin y al cabo ellos eran los responsable de cuidar por los más
vulnerables de la sociedad; así no alcanzaran a sanar por sus ritos y
oraciones. En este caso la compasión rompió la disciplina del templo y la
acción de gracias superó la desobediencia. Es posible que ni a Jesús le
hubieran dado las gracias. ¿Cuáles serán los tabúes, prejuicios, más graves que
yacen en nuestro interior y que nos impiden extender la compasión y tocar con
la mano lo que requiere ser sanado?
"Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación. Dichoso
el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso
el hombre a quien el Señor no le apunto el delito... alegraos justos, con el
Señor, aclamadlo, los de corazón sincero" (Sal 32).