DOMINGO I DE CUARESMA, CICLO B

CUARESMA TIEMPO DE DIOS PARA NUESTRA CONVERSIÓN

Tras el bautismo Marcos afirma que Jesús “fue llevado por el Espíritu al desierto para tener una profunda experiencia espiritual: dejar que Dios viva en su interior para afrontar con la palabra las tentaciones que no nombra el evangelista con el fin de darle espacio a las nuestras. Las tentaciones son las inclinaciones que nos desvían al tener, el poder y aparentar, encerrándonos en nuestra propia carne o egoísmo que nos inhabilita para “amar a los demás como a nosotros mismos”. Las soledades, desiertos internos de “nuestros egos” son el hábitat natural donde actúa nuestro contrincante satanás en forma de animal salvaje, como es todo lo inhumano. “Las fieras” son las ayudas de satanás para engañar al hombre en la búsqueda de la felicidad desde sí mismo y no como don de Dios. Como cualquier ser humano también Jesús experimentaría movimientos que tiraban de él en direcciones contrarias a su voluntad de ser fiel a Dios. En las tentaciones Jesús no hace nada más que permanecer fiel a su Padre; fidelidad que implica orar ante la tentación. “No nos dejes caer en la tentación” (Padre nuestro). Quizás esto no agregue nada positivo a nuestras tentaciones por nuestra falta de espiritualidad; pero es lo central para afrontarlas.

Los cuarenta días son una generación, es decir toda una vida de lucha contra el mal en todas sus expresiones. Para Pablo la conversión duraba todo el tiempo que estuviera en misión, y la misión era el tiempo requerido para la conversión. El Exodo fue precisamente el tiempo que Dios requirió para sacar a Israel de la esclavitud y retornarlo a la tierra prometida como un nuevo pueblo que guardara la alianza entre la fe y la justicia.

CUANDO EN LA TENTACIÓN HAY PALABRA

El éxodo puede también significar un tiempo menos largo pero más radical; cuando le entregamos a la Iglesia nuestro interior para que nuestro corazón de piedra por el egoísmo lo cambie en un corazón más humano y compasivo. Lo importante es, siguiendo a Jesús, no afrontar la crisis con una mente vacía; la mente de Jesús estaba llena de palabra de Dios. La Palabra de Dios permite ser una fuerza creativa disponible en la tentación. A quien la ha frecuentado siempre le dirá en la tentación ¡Aquí estoy, no temáis! La crisis puede ser una, pero, la Palabra es múltiple y de acuerdo a las tentaciones. Con la  Palabra de Dios podemos vivir lo mismo que Jesús “los ángeles le servían”.

A QUÉ NUESTRO JESÚS DICE: EL TIEMPO SE HA CUMPLIDO

“El tiempo se ha cumplido” era una predicación para el mesianismo político de Israel, para el mesianismo de los dioses griegos; y el mesianismo del emperador romano porque se estaba agotando la paz romana. Qué dimensiones políticas, económicas y sociales nuestras se están agotando en nuestra sociedad para que Jesús diga: “el tiempo se ha cumplido”. Un buen tema de reflexión para iniciar la cuaresma, primicia de un tiempo nuevo con la muerte y resurrección de Jesús. Es también la oportunidad de sacar la cuaresma desde su intimismo moral, religioso y tradicional para darle un nuevo aire y significación porque la revelación es progresiva. Razón para mirar de nuevo que implica la conversión cristiana.

EL EGOÍSMO ES EL MAYOR OBSTÁCULO.

La conversión no son las obras que yo hago para llegar a Dios, tampoco el esfuerzo por no pecar en cuaresma, ni el propósito de ser bueno desde mi corazón. No está bien decir: “convierte y cree en el evangelio” si eso significa que primero hago el esfuerzo de cambiar para después creer; cuando la conversión es una obra de Dios en nuestro interior; no es para ser simplemente buenos sino, creyentes que es la obra más maravillosa que Dios puede hacer en nosotros; a condición de permitirle que actúe. Pero si por mi orgullo y egoísmo pongo obstáculos para que Dios me cambie entonces Dios no puede obrar. El egoísmo es el mayor trancón para la conversión. Si uno se vuelve dios o se crea sus propios dioses es imposible la conversión porque ésta requiere la conciencia de ser criatura, hijo de Dios. Dios obra humanamente en nosotros por medio de Jesucristo para hacernos responsables de cambiar a otros como nos cambia Jesús. La misión nuestra es: Colaborar con Dios para cambiar a otros. Creer en el evangelio y convertirnos para convertir a otros. La conversión no se logra por los principios naturales de la carne o de la historia sino por el cambio de perspectiva en la orientación de la vida, confiando y creyendo en Dios. No es la conversión la que da origen al evangelio sino la noticia del amor de Dios, como buena y nueva noticia para el hombre, lo que origina el evangelio. Convertirse en orientar el corazón hacia la fe en Dios que termina siendo servicio a los hermanos.

¿SIRVEN LAS TENTACIONES DE JESÚS?

Las tentaciones de Jesús sirven para estar atentos a los grandes riesgos del momento: la autosuficiencia que nos lleva a sentirnos y hacernos centro de todo y de todos. La ilusión de poner la felicidad en el dinero o las cosas que vamos acumulando; la post verdad que destruye las relaciones humanas, crea celos y odios sin límites entre lo legal y lo amoral, llevándose de por medio la verdad. La verdad es el camino más expedito para llegar a la paz.

UN FELIZ RELATO

El Diluvio de la biblia ocurrió por la infidelidad del hombre con el proyecto original de Dios, pero Noé encuentra perdón ante Dios con quien hace una alianza: “para no volver a exterminar la vida con un diluvio, ni permitir que haya otro diluvio destructor de la tierra”, así el proyecto de la creación queda renovado. Esta es la alianza a la que pertenecemos todos los hombres.

El arco iris coincide con el retorno de la luz después de las tristezas del invierno (diluvio) y con el abandono del arco (instrumento de guerra) de Dios para castigar la tierra; por otro arco que unía el cielo con la tierra, con una poesía ecológica  en colores ( el arco iris). Noé fue anterior a Abraham y no era hebreo, posiblemente  oriundo de la  frontera entre Turquía y Armenia. Dios no  esperó a Israel para hacer la alianza con toda la humanidad.

El arco iris del diluvio es la posibilidad que tiene el hombre de restaurar todos los arcos en colores de la vida natural, orillas distantes en puentes que solo puede recorrer la naturaleza y donde solo tienen cabida la lluvia con el sol. Mirando el arco iris en el cielo restauramos los arcos sociales, hacemos puentes y calzadas; y ponemos columnas para formar una verdadera comunidad abierta de una a otra orilla de la tierra; creando comunión relaciones más universales; lo que no ha podido  hacer la globalización política de la economía.

En la segunda lectura Pedro presenta a la comunidad cristiana “el agua del diluvio” como símbolo del bautismo “que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo Jesús en bien de los hermanos”.