22 de Febrero, Cátedra de san Pedro: Mt 16, 13-19

En este día la Iglesia católica celebra la fiesta de la cátedra de san Pedro. Cátedra significa silla o sede. Por lo tanto lo que se quiere celebrar hoy es el ministerio magisterial o responsabilidad para velar por la fe, que Jesús dio a san Pedro, y que tiene su sucesor, que es el papa. Se celebra el momento en que Jesús confiere a san Pedro la misión de Maestro, constituyéndolo así, en su persona y sucesores, en el principio y fundamento visible de la unidad de la Iglesia.

San Pedro “puso su cátedra”, es decir, comenzó a estar en un lugar fijo, primeramente en Antioquia. Y después de algunos años, hacia el año 48, se fue a Roma, donde estaría velando por la Iglesia, con las limitaciones que entonces había, hasta su martirio hacia el año 67. Esta realidad del magisterio de san Pedro la Iglesia lo celebraba desde tiempos muy antiguos, por el siglo IV; pero se celebraban dos fiestas: en este 22 de Febrero se celebraba la cátedra en Antioquia, y el 18 de Enero la cátedra en Roma. Desde la reforma de hace unos cuantos años las dos fiestas se unieron en este día bajo el título de “cátedra de san Pedro”.

En realidad mucho antes ya se celebraba una fiesta en el 22 de Febrero llamada de “cátedra” en honor a san Pedro, que tenía muy poco que ver con el significado actual. Resulta que en los tiempos primitivos del cristianismo el año civil comenzaba en Marzo y en el mes de Febrero, que era el último del año, se ofrecían cultos especiales a los difuntos. Precisamente el día 22 solían tener unos banquetes en honor de los difuntos más celebrados, donde dejaban una cátedra o silla vacía para el difunto. Así hacían también los cristianos celebrando a su padre de la fe, que era san Pedro. Esto no duró mucho. Pronto se cambió el significado de cátedra por lo del magisterio.

El texto del evangelio de este día nos presenta el momento clave en la vida de san Pedro. Jesús pregunta a los apóstoles sobre lo que la gente dice acerca de él. Los apóstoles le comentan el parecer común de la gente. Sin embargo Pedro, movido por la inspiración de Dios, le expresa con valentía una verdad que quizá habían pensado pero no se atrevían a expresar: “Eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente”. Viendo Jesús que había hablado bajo la inspiración de Dios Padre, le promete el Primado, le presenta un proyecto de vida y una misión que debe cumplir ante la comunidad.

Esta misión se la presenta con tres símbolos, como era frecuente hacerlo por símbolos en la cultura oriental. Le dice que será “piedra” sobre la que se apoyará la Iglesia. Le da a san Pedro la capacidad de ser la base de ese edificio, impartiendo disposiciones en el campo de la fe. En segundo lugar: le da las “llaves” del Reino. Es como si le nombrase mayordomo o ministro de ese reino. Las llaves son símbolo de poder. Y en tercer lugar le da el poder de “atar y desatar”. Esta era una expresión que se usaba en el lenguaje jurídico de la época. Significaba poder de condenar o absolver. En la nueva comunidad él podría admitir o rechazar, siempre siguiendo las enseñanzas de Jesucristo. El mismo san Pedro, o quien transcribía sus ideas, diría en una carta: que la iniciativa de todo lo bueno es de Dios, que escoge a sus elegidos, mediante la santificación del Espíritu para obedecer a Jesucristo.

Hay una tradición sobre la misma cátedra o silla, muy sencilla de madera, que se supone ser del mismo san Pedro. Algunos papas se sentaban en ella en algunas festividades. Hoy son unas tablas, que se conservan como reliquias en la basílica de san Pedro del Vaticano, en el altar del fondo. Lo importante es acatar con cariño el magisterio del sucesor de san Pedro, la piedra de la fe apostólica, cuyo magisterio mantiene a la Iglesia en la integridad de la fe y nos congrega en la unidad y en la paz.

Esta fiesta marca la continuidad y la unidad de la Iglesia, extendida por todas las iglesias locales del mundo, por medio de la iglesia local establecida en Roma, bajo la enseñanza del papa.