III DOMINGO DE CUARESMA (B) (Juan 2, 13-25)
Más que la del templo, le duele al Señor la profanación de nuestra
alma. |
- ¡Sorprende ver a Jesús echando mano de todos
los resortes de su energía!
Sobre todo si recordamos aquello que El había
afirmado de sí mismo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
- En pocas ocasiones desata el
Señor la dureza de sus gestos. Pero lo hizo en situaciones muy puntuales como cuando,
tuvo que reprobar la hipocresía y doblez de vida de los fariseos. Y hoy, en
defensa de
La razón de actuar con esa energía la da el
propio Cristo en su reproche:
“No convirtáis en un mercado
la casa de mi Padre”.
Y la corroboran los mismos discípulos a los
que, aquella santa ira de Jesús, les recordó las palabras de
- Pero, además, esta enérgica actitud del
Señor, en defensa de
1ª) Si con esa energía
exigió Jesús respeto al Templo, cuando “la casa de su Padre” era sólo un lugar
de oración, ¿qué se nos debe exigir hoy a nosotros, respecto a nuestros
actuales Templos que, por la real presencia
de Cristo en
- Es esta una poderosa razón
añadida por la que, a ti y a mi, nos
debe apremiar el celo, el aprecio y la veneración por la Casa de Dios.
- No deja de ser paradójico
que a nosotros, todo nos parezca poco cuando de nuestro bienestar y de nuestra
persona se trata, (hasta resultarnos difícil saber los límites entre lo superfluo
y lo necesario) y, sin embargo, cuando del enriquecimiento del Culto y del
esplendor de
”Cuando los enamorados se regalen hojalata,
entonces la pondré yo en mis Sagrarios”,
solía decir San Josemaría.
2ª) La segunda lección
es consecuencia de la primera.
- Si ese celo, esa estima y esa consideración
deben merecernos los “templos materiales”, ¿en cuánto más aprecio y
consideración debemos tener los “templos vivos” que somos, cada uno de
los bautizados?
- Dios habita en toda alma en Gracia:
“¿No sabéis que sois Templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?” (I Cor.3-16)
- ¡Que buena consideración para esta Cuaresma y
que “tiempo más propicio” para disponerle al Señor la mejor de las moradas
en nuestro corazón! Guillermo Soto