Camino de la escuela interior

 

La tecnología es buena, buenísima. Pero la tecnología nos está secando el alma, nos está enfriando las relaciones y a pesar de un mundo de comunicaciones extra rápidas, cada vez estamos más solos, más aburridos, más cansados… hace falta un algo, un “no sé qué” más allá del cual podamos entrar en armonía con el mundo exterior, con nuestro propio mundo, con nuestra interioridad. Nos olvidamos de abrir la puerta del corazón y permitir que por la ventana entre el Espíritu.

El Dios que nos vino a revelar Jesús es un Dios que  nos habita, que está dentro, que nos llena con su presencia y que abre el camino a la interioridad. Para eso usa una pedagogía especial: Organiza una escuelita en nuestro ser íntimo en donde va enseñando el abecedario, la gramática y la sabiduría que  nos abre al mundo de las maravillas de nuestra casa interior. Entrar en nuestro mundo íntimo es asunto de sorpresas, revelaciones, éxtasis.

Jeremías nos habla de la Alianza de Dios con su Pueblo. No se da de un momento a otro. Es un camino largo, un proceso pedagógico en el que Dios es Maestro. El problema es el alumnado y en el fondo, todos estamos ahí haciendo fila. Dios quiere grabar en nuestra conciencia su proyecto de Amor, su Alianza festiva de vida, de plenitud, de felicidad. Esto requiere de parte nuestra, escucha, visión, opción, compromiso, seguimiento a la letra del llamado que Dios nos hace.

La pedagogía va modelando nuestro espíritu y nuestro corazón según el tamaño de nuestros sueños, ideales y proyectos. Nos exige sacrificios, desprendimientos, rupturas que duelen. Jesús, el gran pedagogo, nos presenta un molde sacrificial de crecimiento y adultez desde dentro que se llama la Cruz. Es  allí, en y desde donde se mide nuestra madurez espiritual, el avance en el camino de nuestra escuela interior, la adultez humana en la entrega y servicio a los demás.

Cochabamba 18.03.18

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com