4ª semana de Cuaresma.
Jueves: Jn 5, 31-47
Jesús continúa la discusión
con los fariseos tras la curación del paralítico junto a la piscina. Jesús les
había dicho que lo mismo que Dios Padre sigue trabajando el sábado, ya que es
“Señor del sábado”, así también él actúa cuando hay que hacer un acto de
caridad. Los fariseos estaban escandalizados, no tanto porque quebrantaba el
sábado, sino porque se arrogaba la autoridad de hacerlo como Hijo de Dios.
Ahora sigue con la prueba de los testimonios. Va a explicar Jesús que no se
basa en sus propias palabras, sino que pone por testigo a Juan Bautista, a
quien los mismos fariseos apreciaban mucho, sobre todo por su vida austera;
pero Jesús pone sobre todo por testigo al mismo Dios Padre, que lo ratificará
por medio de los milagros y las palabras de
Juan Bautista no sólo era
muy estimado en el tiempo de Jesús, sino que después siguió teniendo
discípulos. Jesús hace los mayores elogios de Juan: “El mayor nacido de mujer”.
Sin embargo Juan no era la luz, sino sólo una lámpara. El había dado testimonio
de Jesús, como “Cordero de Dios”, a quien no era digno ni desatarle la correa
de las sandalias; pero los fariseos no quisieron creer.
El Padre, que llamaba Jesús, era el Dios que
para los judíos era el todopoderoso, viendo ellos más el poder que la
misericordia, de que hablaban tanto los profetas y los salmos. De esa
misericordia divina era Jesús encarnación viva. Esas eran las principales
“obras” que daban testimonio de su unión total con Dios Padre, ya que la
enseñanza principal de Jesús es que “Dios es amor”, y el que más cerca está de
Dios es quien más ama. Precisamente el evangelio nos da la razón del porqué aquellos
judíos no creen en Jesús: ”porque en ellos no hay
amor”. La autoridad de Jesús no está sólo en sus palabras, sino en sus obras,
porque en todo hace la voluntad de su Padre celestial, tanto que llega hasta la
cruz, que será para nosotros la mayor prueba de amor, aunque para los judíos
era señal de escándalo.
Cuando Jesús habla de sus
obras, también se refiere a los “signos” externos, que eran los milagros. Hay
muchas cosas que se parecen a milagros, porque nos es muy difícil conocer todas
las fuerzas de la naturaleza, pero hay actos que sabemos ser obra exclusiva de
Dios, como la resurrección de uno que esté bien muerto, no disimulado. En la
vida de Jesús y muchísimos en la vida de
Jesús pone también como
testimonio a
En este día prometamos dar
testimonio de Jesús cada vez más con nuestra vida de amor. A veces no
comprendemos el mensaje de Jesús, porque vamos tras la gloria mundana, la
vanidad y el egoísmo. Demos un paso más en el seguimiento de Cristo y
trabajemos para que otros le conozcan y le sigan.