Fiesta
de san José, 19 de Marzo: Mt 1, 16.18-21.24a
Celebramos hoy a san José, el hombre que más cerca estuvo de Jesucristo,
y de
Tuvo que ser tremendo para
san José el darse cuenta de que María iba a ser madre. Quizá fuese cuando María
volvió de visitar a su prima Isabel. Quizá se enteró por las habladurías de la
gente y hasta quizá fue cuando alguien le felicitó por ello. Resulta que entre
los judíos existían unas leyes, para nosotros extrañas, leyes casi sólo tenidas
por la costumbre, sobre el momento del matrimonio: una cosa era el contrato y
otra la cohabitación. Entre estos dos momentos solían pasar unos cuantos meses.
Parece ser que José y María habían hecho el contrato. Por eso se dice en
El caso es que durante esos
meses se llamaban esposos, pero era mal visto que pudieran ya esperar un hijo,
aunque en realidad era aceptado. De tal manera que si alguno tenía una relación
carnal con otra persona, se consideraba ya un adulterio. San José sabía que él
no había tenido parte en esa paternidad; pero también sabía de la santidad de
María. Por eso tuvo que ser grande su angustia. ¿Qué hacer? La podía acusar
como adúltera; pero san José era “bueno”, como dice el evangelio. Algunas veces
se traduce como “justo”; pero esta palabra puede tener dos sentidos. Si se
trata de una justicia, como la señalada por las leyes de los judíos, debía
acusarla; pero Jesús nos enseñó otra clase de justicia, que llamamos santidad.
Por ella uno debe tender a hacer el bien. Por eso san José pensó sacrificarse
él mismo y prefirió dejarla y marcharse lejos, abandonado en las manos de Dios.
Alguno pensará que porqué
no hablaron y por qué María no explicó todo como le había dicho el ángel. Esto
es muy difícil explicarlo y mucho más difícil creerlo, si no hay una
intervención de Dios. Por eso Dios intervino y le anunció a José todo lo que
había sucedido. El evangelio habla de un “sueño”. Es una forma bíblica para
expresar que hubo una manifestación extraordinaria de Dios. De alguna manera
fue un ángel o mensajero de Dios. No sólo le explica lo que ha sucedido con
María, sino que le da a José un encargo muy especial: el poner el nombre al
niño. En lenguaje bíblico quería decir que fuese responsable del niño como si
fuese su padre. Poner el nombre era aceptar que se responsabilizaba de la
educación y crianza de aquel niño. El nombre que debía ponerle era “Jesús”, que
significa salvador. Pero no salvador del poder de los enemigos externos, sino
salvador de los pecados, para darnos su gracia.
Hoy san José nos da un
ejemplo magnífico de entrega en las manos de Dios. Se fía de Dios. Y cuando uno
se fía de Dios, pueden venir muchas dificultades, que serán purificadoras; pero
al final brilla la luz. No fue todo fácil en la vida de san José para hacer de
padre de Jesús: el tener que dejar su tranquilidad de Nazaret para el
nacimiento de Jesús, la huida a Egipto, el volver a comenzar el trabajo, la
oscuridad de la fe para comprender a Jesús al quedarse en el templo y en la
vida ordinaria. Pero san José es el hombre que más cerca ha estado de Jesús y
eso le reportaría un sin fin de gracias. Hoy san José sigue estando junto a
Jesús en el cielo y, como decía santa Teresa, no puede haber cosa que desee y
que le niegue Jesús. Por eso debemos invocarle con mucha fe para nosotros
mismos, para la unión en las familias, para el bien de