LA
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
FIESTA
DÍA 14 DE SEPTIEMBRE
Desde el año 629 la Iglesia viene celebrando
cada catorce de septiembre la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Es la
Cruz el símbolo cristiano por excelencia. Pero, sobre todo, es el símbolo más
elocuente del infinito amor de Dios: Cristo, el Hijo único, entregó su vida
para salvar al pobre ser humano, para que tenga vida eterna (Evangelio).
Cristo, hombre verdadero y Dios verdadero, se sometió a la muerte “y una muerte
de cruz”. Como un hombre cualquiera, uno de tantos, experimentó la injusticia,
la traición, la impotencia, el abandono, la soledad. Si decimos con verdad que
Dios nació, podemos decir que Dios –el Hijo- verdaderamente murió en la cruz
(oración colecta). No fue una apariencia: la angustia ante la muerte le hizo
sudar sangre, murió asfixiado.
Pero en la Cruz está la vida, la salvación
del género humano (Prefacio). Misterio éste anunciado ya en el Antiguo
Testamento (Primera lectura): es el madero salvador de la Cruz (oración después
de la comunión). La Cruz –el amor hasta la muerte- es causa de resurrección.
Dios lo levantó sobre todo (Segunda lectura). El hombre Cristo Jesús resucitó
lleno de vida y de gloria. Y todo el que por la fe y el bautismo está injertado
en Él, participa ya ahora, mediante la gracia, de su vida y de su gloria.
Cristo es causa y guía de nuestra salvación. Su victoria sobre la muerte,
conseguida ya en la Cruz por su entrega total, es ya nuestra victoria.
En la Cruz Cristo, por amor, se puso en las
manos del Padre, que lo resucitó. Pero la Cruz fue para Cristo también la
consecuencia de poner la verdad, la justicia, el derecho, el amor por encima de
su propio provecho y ventaja (Benedicto XVI). Él es el gran Testigo –Mártir- ,
al que tantos han seguido a lo largo de los siglos. No puede ser discípulo de
Cristo quien no tome su cruz y le siga (Lc 14, 27):
quien no viva y no muera con Cristo y como Cristo no puede recibir la gracia,
la vida, la gloria de Dios.
MARIANO
ESTEBAN CARO