Principiantes en la vida

 

Vivir no es fácil. La vida es una lucha sin cuartel. Podemos rodearla de mil colores y en el fondo subsiste el combate. Puede tener la trama de una novela, de un melodrama, o comedia, incluso revestirse de tragedia, y, no deja de haber siempre la lucha entre víctimas y victimarios. Podemos sublimarla en la fe, con los goces del Espíritu y  hacerla pan partido y compartido, pero no deja de ser macerada en los sufrimientos de la Cruz si es que apunta al éxito.

Édouard Louis (Amiens, 1992), el último prodigio de la literatura francesa, acaba de publicar su segunda novela: “Historia de la violencia”, en la cual plantea la tesis: “Vivimos rodeados de violencia, pero la llamamos vida”. Y tras esta violencia se esconden todas las manipulaciones del poder, del éxito, de la fama. Y se ignoran con dolor, los rasgos más valiosos de humanidad como el heroísmo, la bondad, el amor hecho servicio, el éxtasis de la sorpresa y la pasión por el cultivo de la vida.

Quienes creemos en Cristo celebramos la Pascua, la fiesta de la vida. Una vida que se levanta de la muerte y que vence la muerte. Una vida que no ignora el sacrificio pues pasa por la cruz. Por eso es una vida victoriosa. Su victoria se enmarca en confrontación antagónica contra todo facilismo, fariseísmo, contra toda mentira e hipocresía, contra toda doblez, contra toda exclusión. Si Cristo resucita inaugura entonces, el sentido nuevo de la vida, la vida en plenitud…

Y vivir con Cristo es una novedad que contagia, atrae, convoca y entusiasma. Cada ser humano que se bautiza vive la experiencia de la Pascua: Muerte y resurrección. Y todo bautizado o bautizada asume en su propia vida, la vida misma de Jesús: Pronto a dar la vida por los demás, apto para el Reino por su capacidad de defender con su propia vida, la vida de los demás y sembrar, ser cultivador de los valores del Reino en su propia vida, vida de resucitado, vida pascual.

Cochabamba 01.04.18

jesús e. osorno g. mxy

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