Un buen pastor
Decir hoy ‘bondad’ suena como a algo pasado de moda. Se
nos han resquebrajado de tal modo los valores que apenas sí descubrimos con
lupa lo bueno que aún queda en nuestra sociedad. Las gentes buenas se han
convertido en piezas de museo. Quedan muy pocas personas en el muestrario. Y
toma forma y protagonismo la maldad en sus mil expresiones, categorías, y
recursos abultados para una publicidad que nos atosiga y se perpetúa en
nuestras mentes hasta el cansancio.
Jesús se auto-proclama en el evangelio como el Buen
Pastor. Y los argumentos que propone como fundamento para este título son muy
convincentes: Servidor, conoce a las ovejas, sabe sus nombres, da la vida por
ellas, las hace libres y va delante de
ellas. Su programa se sintetiza en “humanizar”, defender la vida, cultivarla,
reivindicar la dignidad humana y sus valores, sanar heridas y tender mesa a los
hambrientos.
El Papa Francisco en repetidas ocasiones ha confesado
ser Pecador y añade con firmeza: “Pecador pero no corrupto”. La distinción es
abismal. El ser humano por naturaleza es ‘pecador’. Los sacerdotes somos
pecadores. Conocemos de nuestra limitación, debilidad, necesidad. Conocemos
nuestros límites y el abismo de nuestra poquedad. Pero nada nos excusa de la
corrupción. Nada, absolutamente nada. Ni el pueblo nos perdonaría semejante
aberración. Será la justicia quien defina nuestra responsabilidad.
En este día Sacerdotal, del Buen Pastor las miradas van
en policromía y detalles sobre nuestro Presbiterio, las casas de formación y la
conducta de cada uno de nosotros. Es la comunidad cristiana la veedora de
nuestros deberes como Pastores y somos
los Pastores quienes debemos luchar mancomunadamente con la feligresía en la
reivindicación de la Bondad, la dignidad y la transparencia en nuestras vidas.
Su mejor regalo es orar y apoyar con su crítica constructiva.
Cochabamba 22.04.18
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com