PASCUA
– DOMINGO III B
(15-abril-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
El
Señor resucitado perfecciona la formación de los apóstoles
ü Lecturas:
o Hechos
de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19
o I
Carta de san Juan 2, 1-5ª
o Lucas
24, 35-48
ü En
el tiempo que transcurre entre la Resurrección y la Ascensión, el Señor
perfecciona el proceso formativo de los apóstoles. Durante su vida apostólica,
Jesús les había hablado de muchas cosas, cuyo sentido escapaba a estos hombres
sencillos que carecían de una formación académica y religiosa. Eran personas simples,
profundamente religiosas, qua habían sido cautivadas por la bondad que
irradiaba el Maestro y por la fuerza de sus palabras y milagros. Muchas de las enseñanzas
de Jesús, incomprendidas durante su vida apostólica, se llenaron de sentido
después de encontrarse con el Señor resucitado. Así pues, estos encuentros con
el Señor los confirmaron en la fe para asumir la misión de anunciar la buena nueva
a todos los pueblos.
ü Empecemos
nuestra meditación dominical con una atenta lectura del relato del evangelista
Lucas, que destaca detalles significativos.
ü El
saludo del Señor resucitado es un anuncio de paz: “La paz esté con ustedes”.
Este saludo es una constante en las apariciones de Jesús y constituye un
formidable mensaje pascual. ¿Qué significa? La existencia humana está llena de incertidumbres.
Cuando pensamos en el futuro, muchas de nuestras preguntas no encuentran
respuesta. Es frecuente que esta incertidumbre produzca angustia. ¿Cuál es el mensaje
pascual? Ciertamente, las incertidumbres son inseparables de la existencia
humana. Sin embargo, los seguidores de Jesús resucitado no vemos el futuro como
un túnel oscuro y aterrador, porque tenemos la certeza de que el Señor es
nuestro compañero de camino. No estamos solos. Así como hace dos mil años dijo
a sus apóstoles: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas
en su interior?”, estas mismas palabras son proclamadas, en el nombre del
Señor, por la Iglesia.
ü La
paz que anuncia el Resucitado no significa ausencia de problemas, ni es póliza
que nos proteja del sufrimiento. Lo que nos ofrece el Señor es su gracia, la
certeza de acompañarnos, su misericordia infinita y nos ofrece un sentido de la
vida. No somos un juguete del destino.
ü Este
relato del evangelista Lucas pone de manifiesto los sentimientos encontrados de
los apóstoles. Los acontecimientos del Viernes Santo habían sido demoledores.
Después empiezan a circular las primeras noticias de la resurrección. Se
debaten entre la duda y la alegría. Creen que el Señor ha resucitado, pero… Por
eso el evangelista escribe: “Pero como ellos no acababan de creer de pura
alegría y seguían atónitos, les dijo: ¿Tienen aquí algo de comer?” Esta
referencia a la comida era para convencerlos de la nueva realidad que estaban
viviendo.
ü ¿Por
qué la insistencia del Señor en mostrar sus manos y pies, que habían sido
traspasados por los clavos? Lo hacía para demostrarles que el Jesús glorioso
que se les manifestaba era el mismo Jesús que había recorrido los caminos de
Tierra Santa anunciando la llegada del Reino de Dios. Era el mismo, aunque
diferente. ¿Por qué diferente? Porque el Señor resucitado que dialogaba con
ellos no era un muerto que había regresado al mundo de los vivos, como había
sucedido con Lázaro, sino que había resucitado glorioso y ya no estaba sometido
a las limitaciones del espacio y del tiempo que marcan nuestra condición
humana. No es un fantasma. Es el Maestro resucitado y glorioso.
ü Al
comienzo de esta meditación dijimos que estas apariciones pascuales sirvieron
para confirmar la fe de los apóstoles y perfeccionar su proceso formativo.
¿Cuál es la lección que les imparte en esta aparición? Podemos identificar dos
puntos:
o En
primer lugar, conecta el hecho de la Resurrección con la tradición del Antiguo
Testamento. Lo que están experimentando en ese momento es el cumplimiento de un
anuncio: “Tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de
Moisés, en los profetas y en los salmos”.
o En
segundo lugar, conecta el hecho de la Resurrección con el futuro de la historia
de salvación, que instituye un orden nuevo: “Está escrito que el Mesías tenía
que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en
su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén,
la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son
testigos de esto”.
ü Después
de meditar sobre este encuentro pascual de los apóstoles con el Señor resucitado
y reflexionar sobre la lección que les imparte, los invito a dirigir la atención
a la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles. Allí vemos a
Pedro, lleno de la sabiduría del Espíritu Santo, que se dirige a sus hermanos judíos
para anunciarles la buena noticia. En esta catequesis, Pedro habla en términos
que son familiares para sus interlocutores: “El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,
ha glorificado a su siervo Jesús…” Es muy interesante analizar la estructura de
las catequesis de los apóstoles, tal como son consignadas en el libro de los
Hechos de los Apóstoles. Contienen la quintaesencia del anuncio pascual: dar a
conocer al Señor resucitado. No hacen discursos políticos ni sociológicos ni
filosóficos. Anuncian lo esencial: la persona y el mensaje del Resucitado.
Estas catequesis de la Iglesia Apostólica son el referente por excelencia para
la Iglesia de todos los tiempos: debemos anunciar lo esencial, que es la
persona y el mensaje del Señor. Los demás discursos son una distracción.