DOMINGO III PASCUA-B
LA VERDAD DE VERDAD
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- La cosa viene de antiguo. Decía Ignacio de
Loyola: entrar con la suya para salir con la nuestra" que, aunque se
parece, no es lo mismo que lo de Pablo: hacerse todo a todos para ganar a
algunos (1Cor 9,22). Lo advierto porque lo segundo es revelado y lo primero no.
El contenido de las tres lecturas de la misa del
presente domingo, mis queridos jóvenes lectores, podríamos dividirlo en dos
grupos. En el primero están las dos primeras, el segundo corresponde
exclusivamente al texto evangélico.
2.- Vamos al grano, pues .Aunque no se haya
estudiado márquetin, salta a la vista que el discurso de Pedro es inoportuno e
imprudente. A ningún político de turno, líder de un partido nuevo, se le
ocurriría tal lenguaje. Ni un comerciante que exhibiera sus novedades, se
expresaría de tal forma. Pedro se ensaña con sus oyentes acusándolos con
ferocidad. Era de esperar, pues, que se le fueran los presentes. Pero no lo
hicieron. Les irritaba lo que les decía, pero se expresaba con sinceridad y
acierto. Lo acertado no era el modo, sino el contenido del discurso.
3.- Si lo lógico hubiera sido que se hubieran
alejado ¿por qué no lo hicieron? Pedro estaba hablando como cualquier anónimo
rabino pudiera hacerlo en el “Speakers Corner” del
Hyde Park de aquel tiempo, que lo era sin duda, la amplia explanada del Templo,
la que llamamos atrio de los gentiles. El apóstol era sincero y dotado su
interior de la gracia, más concretamente, y en lenguaje teológico, provisto de
los carismas que se le otorgaron a la primitiva comunidad. Sabemos que la de
Jerusalén además, tenía conocimiento del valor de la oración y de la asistencia
del Espíritu y vivía de acuerdo con ello y no exclusivamente de las cualidades
del orador de turno, o de la fama que se haya ganado quien se empina en cualquier
estrado.
4.- Aceparon los que le escuchaban, fueron nobles
y humildes, era sin duda gente sencilla y buena. Añade a continuación que su
mal obrar tiene la excusa de su ignorancia. Respiran ellos consolados. Menciona
Pedro el pecado. Aquí quería llegar. Esta palabra y concepto no se usa hoy.
Ante cualquier proceder adverso, se acude siempre a calificarlo de ignorancia o
enfermedad mental. ¡pobre mundo nuestro! Si cuesta
mucho enseñar y reconocerse incompetente, mucho más irrita ser considerado un
trastornado. Tienen difícil y no inmediato remedio tales males. Reconocerse y
aceptar ser pecador, abre horizontes de perdón, ilumina el porvenir de
Esperanza.
5.- Sin duda, sentirse impregnado de pecado,
puede conducir a la desesperación. Juan lo sabe y él también hablando
inspirado, nos dice en un párrafo del texto de hoy: “os escribo esto para que
no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a
Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no
sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”.
6.- Me he encontrado más de una vez que incluso
gente de Iglesia, se niega a reconocer que alguien puede ser pecador. Estas
niñas no pueden cometer pecados, si solo tienen trece o catorce años, me decía
un día una catequista religiosa. Solo cometen faltas, me advertía. Aquellas
preciosas adolescentes eran capaces de mentir, de fomentar la vanidad, de no
cumplir con su deber de estudiar, de desobedecer y ofender a sus progenitores,
entre otras cosas. Pecado sin duda, de acuerdo con su talla. Para ser pecador
como un criminal nazi, es preciso tener mucho poder y grandes facultades, amén
de edad madura. A personalidades pequeñas e incipientes, les corresponden
pecados menores y no demasiado ofensivos, pero auténticos pecados, a su medida.
La innata inclinación que pueda tener un enfermo mental, tiene difícil remedio.
El pecado, si existe arrepentimiento y con la gracia de Dios, puede ser
perdonado definitiva y totalmente.
7.- La escena del evangelio está cargada de
simpatía. Jesús resucitado no se aparece para atemorizar. Llega para alegrar y
ellos los apóstoles no saben avenirse a esta realidad que les era desconocida.
Habían oído hablar de apariciones, la de la nigromante del pie del Tabor, que
habló al rey Saul, la del ángel a Abraham, que estaba
a punto de degollar a su hijo Isaac, ambas les serían conocidas. De los
espíritus que inundaban las noches de tempestad también imaginarían algo desde
pequeños. Espíritus, fantasmas, espectros, duendes, también a nosotros nos han
contado mil y una historias ¿Quién sabe cómo son? Tampoco importa demasiado.
8.- Jesús resucitado es experto instructor. Que
le den algo de comer y se convencerán de que no es un zombi. Le dan, según el
texto litúrgico, pescado asado, según otras versiones, acompañado de miel, cosa
muy verosímil que tuvieran ellos, gente de aquel tiempo y lugar. No necesita
alimentarse un resucitado, comer es sencilla muestra de humanidad y a esta
señal acude el Señor. Convencidos como están acude a doctrinas que les había
predicado en su época histórica. Se sienten cómodos escuchándole. Aceptan su
mensaje y advertencia. Es preciso que prediquen la conversión y el perdón. Se
lo dijo a ellos. Nos lo dice a nosotros.
9.- Quiero advertiros ahora, mis queridos jóvenes
lectores, que los que le escuchaban no eran los once apóstoles. Seguramente,
muchos de vosotros recordaréis el relato de los discípulos que yendo camino de
Emaús, se encontraron con Él y con Él hicieron interesante ruta. Educados,
hospitalarios y generosos, le habían invitado a quedarse a dormir en su
domicilio familiar. Se dio a conocer entonces a los presentes, que, con
seguridad, además de los dos, les acompañaría sus familias. (Muchos artistas
plasman el acontecimiento completando la escena y pintan los que imaginarían
estarían presentes, esposas, hijos y hasta la suegra de alguno de ellos. ¡No
faltaba más! Otros tal vez para ahorrase trabajo se contentan con diseñar a los
sólo tres)
10- Se les dio a conocer y ellos le reconocieron.
No se quedaron encerrados en casa a celebrarlo, acabando de cenar juntos.
Abandonaron a los suyos y se fueron corriendo a anunciarlo a los apóstoles, por
si no se habían enterado de que el Maestro vivía. Después del fracaso del
Calvario, había que proclamarlo de inmediato, pese a que estarían cansados de
la caminata.
Después del fracaso de nuestra decadente cultura
occidental y de la dejadez y abandono de la religiosidad que le es tan propia,
a vosotros, y a mí sin duda, nos toca compartir vivencias, Fe y Gracia, mis
queridos jóvenes lectores. No hacerlo es desilusionar a Cristo y abandonarlo,
No ser misioneros, además de perezosos, tacaños e ingratos, es ser anticuados,
cristianamente considerado.