PASCUA
– DOMINGO V B
(29-abril-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Necesitamos
estar unidos a Jesús
ü Lecturas:
o Hechos
de los Apóstoles 9, 26-31
o I
Carta de san Juan 3, 18-24
o Juan
15, 1-8
ü En
este relato de la vid y los sarmientos, el evangelista Juan nos ofrece una
pieza magistral de Cristología, en la que van de la mano la profundidad
teológica y la sencillez pedagógica. Jesús, sabio Maestro, utiliza la imagen de
una planta, la vid, con la que estaban familiarizados los campesinos judíos,
para explicarnos la relación que Dios quiere que se establezca entre Él y los
bautizados.
ü Veamos
cuáles son los elementos centrales del relato:
o Los
protagonistas del relato son tres: Jesús, el Padre y nosotros.
o Cada
uno de los personajes está relacionado con un símbolo: “Yo soy la verdadera vid
y mi Padre es el viñador”; y nosotros somos los sarmientos.
o El
verbo clave de este relato, en el que radica la fuerza del mensaje, es permanecer.
o El
mensaje que nos transmite el Señor es la importancia de la unión con Él para
comunicarnos la vida divina.
ü Para
subrayar la importancia de este mensaje, el Señor lo expresa de dos maneras
distintas: en negativo y en positivo; es un recurso literario para garantizar
que sea captado el núcleo de esta enseñanza:
o En
negativo, el Señor nos dice: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí”.
o En
positivo expresa la misma idea: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden
hacer”.
ü En
esta meditación dominical, los invito a profundizar en el mensaje del Señor;
para ello, hagámonos dos preguntas: ¿Qué
significa permanecer en Jesús? Y ¿cómo permanecer en él?
ü ¿Qué significa permanecer
en Jesús? La respuesta nos la ofrece el apóstol
Juan en su I Carta, que acabamos de escuchar: “Quien cumple sus mandamientos permanece
en Dios y Dios en Él. En esto conocemos, por el Espíritu que Él nos ha dado,
que Él permanece en nosotros”. Ahora bien, cumplir sus mandamientos tiene un
sentido muy particular para los seguidores del Señor resucitado. No se trata
del cumplimiento formal y legalista de una larga lista de preceptos, como exigían
los doctores de la Ley a los judíos devotos. Jesús nos hace una propuesta
absolutamente diferente y descomplicada: “Este es su mandamiento: que creamos
en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme
al precepto que nos dio. Por lo tanto, el verbo permanecer propone un estilo de vida que se construye sobre la fe y
el amor.
ü Pasemos
a la segunda pregunta: ¿Cómo permanecer
en Él? Aquí la Cristología nos invita a avanzar por los caminos de la espiritualidad.
¿Cómo nutrirnos de la vida divina que nos ofrece el Señor resucitado? A lo
largo de los siglos, la Iglesia ha señalado el camino, que parece sencillo en
su formulación, pero exigente en su ejecución:
o Nos
alimentamos de la savia de la gracia divina en la medida en que participamos de
los sacramentos de la Iglesia, en particular la Eucaristía, donde somos
invitados a alimentarnos con el Pan de vida y el Cáliz de salvación. Se trata
de un encuentro particularmente intenso con el Señor resucitado; es el lugar teológico
por excelencia para la construcción de comunidad.
o Nos
alimentamos con la savia de la gracia divina meditando las Sagradas Escrituras,
en particular los escritos del Nuevo Testamento. A través de sus parábolas, el
Maestro nos va descubriendo cuál es el Reino que ha venido a instaurar y cuál
es nuestro lugar dentro de ese proyecto.
o Nos
alimentamos con la savia de la gracia divina en la medida en que nuestras
acciones están inspiradas por el amor y la misericordia.
ü ¿Qué
sucederá en nuestras vidas si permanecemos unidos al Señor como sarmientos a la
vid? Daremos mucho fruto. Encontraremos nuestra felicidad en la medida en que
sirvamos a los demás, sembremos amor donde haya odio, perdón donde haya
injuria, fe donde haya duda, alegría donde haya tristeza.