Domingo 5º de
Pascua B: Jn 15, 1-8
Estas
palabras están dichas por Jesús en su despedida de
Para expresar esto Jesús,
lo hace con el ejemplo de la vid y los sarmientos, que son las ramas que
sostienen los racimos de uvas. Podría haber puesto el ejemplo de cualquier
árbol, que produce frutos. Habló de la vid porque era frecuente en Palestina y
para muchos era un símbolo nacional. Igual que una rama, si está unida al
tronco, da frutos, que pueden ser en abundancia, mientras que si está separada
del tronco, no puede dar frutos, nos pasa a nosotros, si estamos unidos o no
con Jesucristo.
Cuando hablamos de unión
con Jesucristo, en primer lugar nos referimos a la unión fundamental y
necesaria, que es el vivir en gracia o sea sin pecado; pero también hablamos
del progreso de esta unión, porque es una vida que debe estar en continuo
movimiento y progreso. Lo primero y elemental es estar unidos por la gracia.
Llamamos “Gracia” a un don especial que Dios nos da porque nos ama. Nosotros lo
recibimos en el Bautismo. No tratamos ahora de aquellos que no han podido
conocer a Jesús y pueden tener un deseo de bautismo que va incluido en una vida
honesta y justa.
Lo hermoso y al mismo
tiempo terrible es que Dios nos quiere tanto que nos da la libertad para que
cooperando con esa gracia que nos da, podamos merecer un premio. Y digo que es
terrible porque muchos usan esa libertad para separarse de Dios. Muchos
rechazan la amistad que Dios nos ofrece y, por la soberbia y el egoísmo, rompen la unión que debemos tener con Jesucristo. Esto es el
pecado.
Por eso no nos tenemos que
conformar con estar unidos con sólo lo elemental. Para evitar caer en pecado, y
sobre todo por amor a Dios, debemos progresar cada vez más en esa unión. A
veces hacemos la renovación de las promesas del Bautismo. Es como hacer una
revisión para ver si estamos en gracia y recibir un nuevo impulso. Pero Jesús
nos dejó instrumentos concretos para crecer en su unión. Los sacramentos son la
ayuda especial de Jesús, sobre todo
Hoy también habla el
evangelio sobre la oración de petición. Dice que conseguirá todo aquel que reza
“unido con Jesús”. ¿Con qué cara va a pedir algo a Jesús aquel que está
separado de El por el pecado? Lo primero que debemos pedir, con humildad, es la
fuerza y la gracia para evitar el pecado, para estar unido a Jesucristo. Por
eso debemos pedir el amor y orar con mucho amor. El amor une y el odio separa.
El ejemplo de la vid y los
sarmientos no sólo debemos tomarlo en sentido de cada persona individual. Ya en
el Ant. Testamento, especialmente en los profetas, se hablaba del pueblo de
Dios, que por no estar unido a Dios en el amor y el cumplimiento de sus mandamientos,
en vez de dar frutos buenos, los daba podridos o amargos. Por eso debían
convertirse a Dios. En este día pidamos que nuestros frutos sean buenos, que lo
serán, si procuramos aumentar continuamente nuestra unión con Dios.