6ª semana de Pascua. Martes: Jn 16, 5-11

Estaba Jesús despidiéndose de los apóstoles en la Ultima Cena. Por eso les veía llenos de tristeza. La mayoría de ellos le abandonarían esa noche; pero más por falta de fortaleza que por falta de amor. Necesitaban la fuerza interior que les iba a dar el Espíritu Santo que Jesús les enviaría después de resucitar. Por eso era conveniente que Jesús fuera a la casa de su Padre terminando la obra de la Redención en la Cruz.

Todas estas palabras que Jesús les dijo en la Ultima Cena se las repetiría en estos días en que estamos recordando la despedida que Jesús tendría antes de la Ascensión al cielo. La idea principal es que era conveniente su marcha de este mundo para nuestro bien. No es que Jesús dejase de estar, sino para estar de otra manera más espiritual, más íntima, pero igualmente efectiva. Jesús, en su vida mortal, se presentó como un verdadero hombre con todas las limitaciones menos el pecado. Ahora les dice que salen ganando cuando Él muera, porque estará con nosotros el Espíritu Santo.

Jesús le llama el “Paráclito”, que significa el Defensor (el abogado o el consolador). Los israelitas lo entendían muy bien, pues era lo que se llamaba a la persona que se hacía cargo de un huérfano. Solía ser algún familiar que después haría las veces de padre o protector. Los apóstoles iban a quedar huérfanos de Jesús; pero iban a tener un gran defensor en el Espíritu Santo que Él les iba a mandar. Jesús no permanecería luego ausente, pues en el Espíritu Santo está íntimamente presente. De hecho también permanecerá entre nosotros en la Eucaristía, en los pobres, en la Iglesia...

¿Qué es lo que hará el Espíritu Santo? En primer lugar pondrá en orden el juicio que contra Jesús se estaba tramando y realizando al día siguiente. Jesús iba a ser juzgado, tenido como pecador y condenado hasta morir en la cruz. El Espíritu tendría que esclarecer todas las cosas y cambiar ese juicio. Se probará que lo importante será creer en Jesús, que significa adherirse a su doctrina y persona. Quien será juzgado será el “príncipe de este mundo”, nombre que daban entonces al demonio, con todos los que le siguen con sus obras malvadas y mundanas. Claro que este juicio no será de una manera inminente, sino que se irá desarrollando hasta el final de los tiempos.

En la 1ª lectura de hoy se narra un suceso muy bonito sobre san Pablo y su compañero Silas. Había convertido Pablo a una familia que con sus malas artes enriquecía malamente a sus amos, quienes enojados maltrataron a los discípulos y les metieron en la cárcel. San Pablo y Silas en la cárcel cantaban alegres al Señor, cuando provino un terremoto, se abrieron las puertas de la cárcel y se rompieron las cadenas. El carcelero, viendo las puertas abiertas, iba a suicidarse creyendo que los presos habían huido; pero Pablo le gritó y le hizo comprender la bondad de Dios. Aquel carcelero les curó las heridas, les dio un banquete y se convirtió con toda la familia.

Todo ello era fruto de la presencia del Espíritu Santo que da sus dones a aquellos que dócilmente se ponen a su disposición. Varios dones son de conocimiento para actuar según la voluntad de Dios y conocer mejor todo lo que Jesús nos enseñó; pero está también el don de fortaleza para los momentos dificultosos en la vida.

¿Somos amigos del Espíritu Santo? ¿Le invocamos y hablamos con El como a un amigo y protector? A veces tenemos miedo al demonio. Invoquemos a nuestro gran protector, el Espíritu Paráclito, que puede inmensamente más. Nuestra oración será eficaz si queremos seguir el camino que nos trazó Jesucristo. A veces este camino se nos hace difícil de entender, porque hay muchas interpretaciones diversas. Invoquemos al Espíritu Santo, pero con humildad y docilidad. No será el camino como a nosotros nos parece, sino como El nos dictará, si le seguimos con humildad. Normalmente este camino está desarrollado por la Iglesia, ya que el Espíritu durante siglos vigila para que la doctrina de Jesús no se desvíe.  A veces necesitaremos también la fortaleza para seguir este camino verdadero. Para ello Jesús en su Espíritu está con nosotros.