TRINIDAD Y COMUNIÓN
Solemnidad de la Santísima Trinidad. B
“Reconoce hoy y medita en tu corazón que el
Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo, en la tierra, no
hay otro” Estas palabras que hoy se proclaman en la primera lectura (Dt 4,39) tienen validez para todo tiempo y lugar.
Esa es la cuestión
fundamental: preguntarnos quién es nuestro Dios y a quién dedicamos nuestra
atención y nuestra adoración. A veces alguien dice que ha pedido a Dios tal o
cual favor, pero, como no lo ha conseguido, ha dejado de creer en Dios.
En efecto, son muchos los
que se dirigen a Dios pidiendo: “Te ruego que me des tal cosa.”. Pero son pocos
los que se dirigen a Dios diciendo: “Te adoro y te amo porque eres Dios y me
amas”.
Sin embargo, san Pablo
nos recuerda: “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios esos son hijos
de Dios” (Rom 8,14). En ese contexto resume él nuestra
fe en la Trinidad. El Espíritu atestigua que somos hijos de Dios y coherederos
con Cristo.
TRES PALABRAS
El texto del evangelio
que se proclama en esta fiesta (Mt 28,16-20) nos lleva de nuevo hasta el monte
en que Jesús ha dado cita a sus discípulos. Es la hora de la despedida, que se
concreta en tres palabras que orientan y sostienen nuestra misión: una revelación,
un encargo y una promesa.
• En primer lugar, Jesús se
presenta ante los suyos como quien ha recibido todo poder en el cielo y en la
tierra. Evidentemente Jesús desmiente las palabras del diablo, que pretendía
haber recibido el poder y la gloria de los reinos de este mundo (Lc 4,6).
• Además, Jesús considera
ya preparados a sus discípulos y los envía en su nombre con una
misión de alcance universal.
• Finalmente, Jesús les
promete su asistencia constante. El que había sido anunciado como el Emmanuel,
o “Dios con nosotros” (Mt 1,23) está dispuesto a mantener aquella identidad al
decir: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”.
LA CONTRASEÑA
En la misión encomendada
a los discípulos, Jesús les pide que bauticen a las gentes “en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Esa referencia a la Trinidad es la
contraseña exclusiva de la vida cristiana.
• San Agustín escribió:
“Ves la Trinidad si ves el amor”. Efectivamente, el amor de las tres personas
divinas es su auténtica revelación. Y es la invitación para todos los
creyentes.
• San Juan de Ávila
predicaba que produce admiración y espanto “ver el cuidado que toda la
Santísima Trinidad tiene y el amor tan grande con que anda tras el hombre”.
• El papa Francisco nos
ha dicho que “la Trinidad es comunión de personas divinas, las cuales son una
con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la vida de
Dios, el misterio de amor del Dios vivo… No estamos llamados a vivir los unos
sin los otros, por encima o contra los demás, sino los unos con los otros, por
los otros y en los otros”.
- Señor y Dios nuestro,
fuente del amor y de la vida en comunidad, que la misión que nos ha sido
encomendada haga presente en el mundo ese amor del que venimos y al que
aspiramos a lo largo de toda nuestra existencia. Amén.
José-Román Flecha Andrés