JORNADA MUNDIAL DE
LAS MISIONES (DOMUND)
(Penúltimo
domingo de octubre)
Celebramos hoy la "Jornada Mundial de las Misiones",
que recibió también el nombre oficial de "Domingo Mundial de las
Misiones" y, desde 1943, se popularizó con el nombre de
"DOMUND".
En 1926 el Papa Pío XI publicaba la Encíclica
Rerum Ecclesiae: “No necesitamos
ponderar cuán indigno sería de la caridad, con que debemos abrazar a Dios y a
todos los hombres, el que, contentos con pertenecer nosotros al rebaño de
Jesucristo, para nada nos cuidásemos de los que andan errantes fuera de su
redil” (RE 18). Pío XI ponía de manifiesto la urgencia de los objetivos
misioneros, instituyendo el 14 de abril de ese año la JORNADA MUNDIAL DE LAS
MISIONES, que debía ser celebrada en toda la Iglesia católica el penúltimo
domingo de octubre.
Pablo VI, refiriéndose a esta JORNADA, dijo
que "fue una genial intuición en la
vida de la Iglesia, una oportunidad de hacer sentir la vocación misionera de la
Iglesia a nuestros hermanos los obispos, al clero, a los religiosos y
religiosas y a todos los católicos; una ayuda insustituible a las misiones; un
acicate a la fe tanto de las Iglesias de muchos siglos de fundación como de las
Iglesias jóvenes, un gran días de la catolicidad".
Es el día del DOMUND una buena ocasión para renovar nuestra
obligación de anunciar con palabras y obras el Evangelio de Cristo.
"El
Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida
en rescate por muchos". Así nos revela
Cristo el gran amor de Dios al hombre: Envía su Hijo al mundo. Que se hace
igual a nosotros. Y Nos amó hasta el extremo. Hasta la muerte en cruz. Cristo
es el hombre para los demás.
El servicio a los
hermanos es el mandato y el método para
anunciar el Evangelio a todos los hombres. Cristo propone una nueva manera de relacionarnos. Para un cristiano la verdadera
grandeza consiste en el servicio al prójimo y en el amor
fraterno. El ser humano vale
por lo que es, no por lo que tiene. Ser el primero significa ser "servidor
de todos".
Somos Misioneros de la Fe, que colma nuestra
sed de amor y de vida. Hay que compartir este gozo con los demás. La fe es luz
para iluminar, no para esconderla.
Anunciar
el Evangelio es misión de todo bautizado. No sólo de los misioneros en tierras
de misión. En nuestro ambiente hemos de anunciar a Cristo. Familiares y amigos
nuestros o han perdido la fe o viven como si Dios no existiera.
Hemos de
anunciar a Jesús, siguiendo el camino que Él mismo recorrió:
el servicio humilde a los hermanos. Sin miedos ni complejos. Con valentía y
entusiasmo. Hay que irradiar nuestra fe con nuestras buenas obras.
Y
colaborar solidariamente con los misioneros. Con nuestra oración y con nuestra
ayuda material.
MARIANO ESTEBAN CARO