Cuando revienta la semilla
El ser humano es un campo abierto a la diversidad de cultivos: Los valores,
la cultura como identidad, el arte y sus diferentes manifestaciones, la
literatura con sus ponderados aciertos, los principios base de familiaridad, convivencia,
amistad y creatividad. Todo esto va recreando en cada persona mecanismos de
crecimiento, de realización y en algunas gentes, la frustración, la
desesperación. No logran salir adelante, aceptarse, quererse.
Dios siembra en nuestros corazones sólo semillas. El proceso de
crecimiento, maduración y resultados es asunto nuestro con la capacidad de
asumir retos que pueden variar en cada persona. Sin embargo, Dios va dando el
incremento, como dice Pablo. Permite que la semilla vaya asumiendo sus virtualidades
y características sin que nosotros lo percibamos en toda su intensidad. Pero va
a depender mucho del humus fecundante de nuestra propia vida.
¿Qué hace que semillas de la misma planta, en el mismo subsuelo, con los
mismos cuidados de sus cultivadores den un rendimiento tan desigual? ¿Por qué
hermanos nacidos del mismo hogar, en la misma intensidad de afectos, siguen
caminos tan diferentes y aún opuestos? ¿Qué hace que el alumnado de una escuela
en donde se cultivan los mismos valores, dé como resultado personas relevantes
en virtudes y victimarios proscriptos por la sociedad?
Las semillas pequeñas revientan en arbustos acogedores, generosos en sus
frutos, vistosos en el hábitat por su calidez. Es Jesús quien nos lo va
diciendo al describir la semilla de la mostaza y su acogida y multiplicidad de
dones. Es pequeña y sin embargo, se destaca en su entorno. Jesús la compara con
el Reino de los cielos. Todos los seres humanos estamos llamados a generar
energías nuevas y potencialidades
inéditas que aporten a la construcción de la nueva humanidad que es el Reino de
Dios.
Cochabamba 17.06.18
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com