Domingo Noveno, Ciclo B
(Deut
5,12-15; Sal 80; Cor 4,6-11; Mc 2,23-3,6)
El día del sábado
El sábado era uno de los preceptos divinos más claros, más indiscutibles;
como una especie de documento de identidad del creyente. Su observancia estaba
rígidamente regulada. En cambio, Jesús, afirma que el bien del hombre está por
encima de la observancia del sábado, y ello no solamente en caso de peligro de
muerte: “Por tanto, es lícito hacer bien también en sábado”.
En este contexto, Jesús sana en sábado, día sagrado, consagrado al Señor,
por eso se le oponen líderes religiosos. Jesús defendió sus acciones
preguntando si era lícito hacer el bien en sábado, tiempo para honrar a Dios.
Los líderes religiosos asumían una actitud demasiado legalista acerca del
sábado. Así, cuando se presenta a Jesús, para que lo cure, un hombre con la
mano seca, en día de sábado, Jesús, en primer lugar, hace a los presentes esta
pregunta: “¿Es lícito en sábado hacer bien o mal, salvar una vida o perderla? y
ellos callaban. Y dirigiéndoles una mirada airada, entristecido por la
dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. La extendió y le
fue restituida la mano” (Mc 3, 5). Con compasión, Cristo proclama
que “es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez
de destruirla” (Mc 3, 4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y
del honor de Dios (cf Mt 12, 5; Jn
7, 23).
Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía.
Es la actitud de la gente que quiere aparentar que son buenos, inteligentes o
rectos, para luego comportarse al contrario de lo que profesan ser. Esta es la
actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús llama al hombre enfermo para
hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por curar en sábado,
que estaba prohibido por la Ley de Moisés.
Jesús les pregunta si es lícito o no hacer el bien en sábado. Era obvia
la respuesta, pero por querer acusar a Jesús, callan. Como si no supieran qué
responder. Pero sí lo sabían, y aun así, callaron para no tragarse sus propias
palabras de prohibición de la Ley. Para seguir aparentando que lo sabían todo,
que aplicaban la ley al pie de la letra, que eran justos y no pecaban en su
comportamiento. Pero sí pecaban en su corazón, lleno de soberbia e hipocresía.
La postura de Jesús, pues, ante el descanso del sábado es, sin duda, una
cuestión de libertad ante el legalismo judío: Jesús replantea lo que significa
honrar al Señor y dedicarse a él. Porque, en realidad, no era cuestión de vida
o muerte curar al hombre aquel de la parálisis: podía esperar perfectamente al
día siguiente. Pero Jesús lo cura, y así muestra que “dedicar el sábado a Dios”
no es sólo la privación de actividades para mostrar sometimiento, sino que es
hacer lo que a Dios le agrada: y a Dios le agrada que los que sufren dejen de
sufrir.
Desde este contexto nos preguntamos ¿cómo entender nosotros realmente el
domingo?, ¿qué es? El Catecismo de la Iglesia Católica nos dirá: “La Iglesia,
desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la
resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día
que se llama con razón ‘día del Señor’ o domingo. El día de la Resurrección de
Cristo es a la vez el ‘primer día de la semana’, memorial del primer día de la
creación, y el ‘octavo día’ en que Cristo, tras su ‘reposo’ del gran Sabbat,
inaugura el Día ‘que hace el Señor’, el ‘día que no conoce ocaso’.
Para los cristianos el Domingo vino a ser el primero de todos los días,
la primera de todas las fiestas, el día del Señor, el ‘domingo’ (CIC, 1166.2174).
Es mediante la Resurrección del Señor que el domingo es establecido como el día
privilegiado, como el día de la Reconciliación.
La importancia del sábado, del domingo para nosotros, esta
en usar el descanso para encontrarnos con Dios y con los demás; lo importante
es que sea tiempo sagrado, y por tanto, un tiempo para santificarnos. El
domingo es para extender la mano hacia Jesús y encontrarnos con Dios y con los
hermanos. El domingo, día del Señor, no pretende ser más que eso, un día
dedicado para enriquecer la experiencia del encuentro con Dios.
Que la intercesión de la Madre de Dios nos ayude a comprender y vivir
esta enseñanza de Jesús sobre el sábado, sobre el día del Señor, el Domingo.